jueves, 16 de agosto de 2012

El ritual de sentarse a ver la televisión, más presente que nunca

Hace mucho tiempo, tanto que algunos ni nos acordamos, no existía la televisión. Las familias tenían que amenizar sus veladas con un rico surtido de historias populares sentados junto a la chimenea. Corría el año 1935 cuando a alguien se le ocurrió que transmitir imágenes a través de una pantalla podría no ser del todo malo, y aunque a día de hoy somos muchos los que dudamos de que así sea, si eso hubiese ocurrido ahora mismo estaría dedicándome a otra cosa, como buscar la cura contra el cáncer.

Al principio la tele no dejaba de ser una sustituta, algo más lograda, de aquella chimenea. Todos conocemos a la típica tatarabuela incapaz de entender que lo que veía en la pantalla era una recreación de algo que no estaba allí. Siempre presente aquella frase de Annie Hall: "Cree en Dios, pero también cree que la radio funciona porque tiene personitas dentro." El caso es que aquel aparato no era más que una excusa para seguir juntando a toda el rebaño y disfrutar de una agradable reunión. 

La importancia del aquí y ahora

Esos fueron durante mucho tiempo los principios en los que recaía todo el sentido de la tele y la radiodifusión. Ver algo en directo genera una sensación de estar ante algo irrepetible, de haber sido testigos de algo grande, y sitúa a quien lo presencia en una posición de superioridad histórica. Los informativos y los deportes, por alguna absurda razón, teníamos (y tenemos) que verlos ahí y ahora. Ni antes ni después.


La única ventaja que tiene visionar algo en el momento en que sucede es que puede pasar cualquier cosa. Por poner un ejemplo tonto, si el programa está grabado desde hace unas semanas, sabes que no se va a caer el plató ni van a entrar unos encapuchados y cargarse a todos. Como nadie ve los deportes esperando un holocausto caníbal, no debería haber ninguna diferencia entre contemplar a Usain Bolt correr la final de los 200 metros en directo o diez minutos después, pero el hecho de perdérnoslo nos dá muchísimo miedo. 

Las competiciones deportivas acercan esta televisión, cada vez más fragmentada y en desuso, a lo que fue en sus albores. Las primeras series eran puro teatro con una  realización (desgraciadamente igual que algunas sitcom españolas) ni siquiera grabada, tan solo reproducida en directo. Aquellos abortos del audiovisual acabaron perdiéndose en la memoria, y bien que hicieron, pues sólo eran experimentos, tan horrorosos como necesarios para crear lo que tenemos ahora. El directo estaba demasiado presente en aquella industria.

Una televisión que siempre será social

Sin la aportación de todo un siglo de grandes cineastas, los guiones de las primeras nueve temporadas de Los Simpsons y estas protoficciones televisivas, muchas de las series que se emiten actualmente y que algunos han decidido llamar "de culto", ahora mismo no existirían. Series que, por cierto, me hacen albergar aún la esperanza de que todo esto aún no se ha perdido. 

Puede que ya no veamos la tele como antes y que el futuro esté en nuevos sistemas de distribución a los que nadie denomina tele. No dices "estoy viendo la tele" cuando ves un vídeo en youtube o una serie descargada de Netflix o de Series Pepito, en el Smartphone o en el Ipad. Pero sigue siendo una producción audiovisual, sigue siendo "pantalla".


Los contenidos no van a variar demasiado con el paso de los años. Se podrá innovar un poco, pero seguiremos teniendo concursos, programas de entrevistas y ficción de toda la vida, no obstante cambiará la forma de distribución y consumo. Por mucho que le den la vuelta a la tortilla, los buenos productos, los que generan un interés masivo, van a seguir haciéndolo aquí o debajo del mar.

Me sorprendo al ver la cantidad de foros, blogs y tuits en los que la gente sigue con exhaustiva celeridad y exactitud todas las novedades de los Juegos Olímpicos de Londres, pero si somos un poco observadores nos damos cuenta de que el fenómeno no es muy diferente con el último capítulo de turno de Juego de Tronos. Antes era toda la familia frente a un cacharro muy pesado, y ahora es cada individuo con su ordenador, con su móvil, con su tableta... por separado y a la vez viendo lo mismo, todos igual. Todos juntos.


4 comentarios:

  1. Como gastar líneas sin decir nada.

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    1. Yo creo que sí que dice cosas y muy interesantes lo que pasa es que habla de muchos temas y muy mezclado, como si no tuviese una estructura, mucho lío.

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