sábado, 18 de agosto de 2012

Frágiles, un quiero y no puedo que se abre paso en el panorama español

Siempre que se estrena una serie española que presume de "buena" intento ser prudente. Varias decepciones me han obligado a ello. Pasó con Punta Escarlata, con La Fuga, con Gran Hotel (con esta quizá menos) y con muchas otras a las que, tras una oleada de alabanzas injustificadas, me dispuse a ver para que finalmente ninguna de ellas me pareciera aceptable. Por eso con la nueva de Santi Millán, que podemos ver en Telecinco desde hace unas semanas la noche de los jueves, no tenía las expectativas muy altas, y por ello encontré justo lo que esperaba: una serie regulera con pretensiones de innovar y de paso imitar algunos tópicos americanos. 

No seré yo el simplista que critique que las series españolas no estén al nivel (interpetativo, visual o argumental) de las americanas, pues aunque como espectador me encantaría, sé que ni están pensadas de la misma forma, ni van destinadas al mismo público objetivo ni los que las hacen cuentan con las mismas condiciones para que esto sea posible, por lo que me gustaría que los que se meten con ellas probaran a hacer una primero. Frágiles es eso, un cambio de rumbo en el panorama patrio, un intento de hacer algo diferente, y también una serie que es muy fácil de calar. Se le ve la intención. 

Si cualquier producción que podíamos ver en nuestra parrilla hace cuatro años estaba a años luz de las buenas series americanas (las buenas, esa es otra, en EEUU hay demasiados bodrios) el nuevo drama médico de Telecinco se acerca un poco más a ellas, pero aún queda demasiado lejos. No sé en manos de quien está que nos conformemos con este poco o que la cosa siga avanzando, pues tampoco sé si beneficiaría a alguien solucionar ese problema, incluso no estoy seguro de que haya un problema.

Si algo tengo claro es que Frágiles no es peor que Alcatraz, que Pan Am, que lo nuevo de Charlie Sheen, Anger Management, o que la recién estrenada (e infumable) Perception. Su premisa no es original ni rompedora, pero tampoco lo es en el 90% de las series gringas. Quizás se inspire un poco tirando a bastante en House (no es la primera ni será la última que lo haga). Tiene trasfondo, o nos hace creer que lo tiene. Nos cuenta la historia de Pablo, un fisioterapeuta -interpretado por Millán- que dá más importancia al trato personal con sus pacientes que a la terapia,  ya que cree que bajo cada fisura física hay otra emocional, mucho más trascendente.

Un drama clínico que entretiene


La serie se mueve entre las tramas autoconclusivas del procedimental clásico y otras que se desarrollan de forma horizontal. Cada paciente tiene una coraza, una barrera que le impide progresar en su vida, lo que obligará a nuestro querido médico a entrometerse en su intimidad y solucionar sus problemas. El guión no es redondo, pero tiene historias entretenidas y  muy emotivas. Los personajes son complejos, aunque algunos actores desmerecen el conjunto y hacen brillar, por otra parte, cameos como el de Blanca Portillo o Antonia San Juan. 

Parte de esa intención de Frágiles de alejarse de lo español, en el mal sentido, se plasma en el rodaje, realizado en escenarios naturales que incluyen urbanizaciones, jardines, edificios y la casa-consulta del protagonista, y aunque visualmente no sorprenda, se agradece. Sin embargo, falla demasido en otros aspectos para que pueda recomendarla, más allá de la obligación de "hacer industria" o "hacer país". Me negué a hacerlo por ese motivo con las Luces Rojas de Rodrigo Cortés, menos lo voy a hacer con esto. 

Esta dramedia sigue sin librarse de los males endémicos de la ficción española. El lenguaje audiovisual, los planos, no son malos, pero tampoco expresan nada. Dirección de arte ausente, dirección de actores mala. A mí en concreto me cautivó la tímida afectada por el síndrome de Asperger a la que da vida Ruth Nuñez, pero es que yo siento una fascinación muy grande por este tipo de personajes (que ahora no pueden faltar en toda serie que se precie) pero lo cierto es que lo hace mal, y ni hablar de esa Luisa Martín que se mete en la piel de su madre.


La improvisación y el montaje, defectos imperdonables

Frágiles es heredera confesa de La Pecera de Eva, y se queda con lo peor de aquella. Fuera de las musiquitas indies que estropean secuencias cuando no vienen a nada, está la improvisación. Eso que en Curb Your Enthusiasm resulta magistral, que en una performance de teatro de tu barrio puede parecer interesante, pero que aquí es malo con ganas. No dudo de que Luisa Martín sea buena actriz, pero en esta serie cuando no sabe bien que decir, duele mucho verla. Parece una tontería, pero seguro que un reparto más sólido y menos rancio habría hecho un producto muchísimo mejor.

En lo que respecta a Santi Millán, es una persona graciosa y puede sacarte alguna sonrisa, pero la mayoría de sus chascarrillos resultan molestos y antinaturales. Otra herencia -inexplicable- de la serie protagonizada por Alexandra Jiménez, es que las tramas no están cohesionadas. Parece que hubiesen grabado cada historia de forma independiente para luego ir mezclando unas y otras como más le gustase ese día al montador.


Así podemos ver al protagonista en una situación, saltar a otra con el mismo personaje en otra distinta y luego continuar exactamente en el tiempo y lugar de la anterior, y como de momento no se ha desvelado que el doctor tenga el don de la multiubicuidad, me inclino a que lo que aquí hay es un mapa de tramas inexistente y un desprecio bastante grande por el producto en general.

Frágiles no es una obra maestra ni una mierda pinchada en un palo. Esto es algo que a muchos les cuesta entender. No sirve de nada (a no ser que tu vida esté muy vacía) criticar todo exhaustivamente y hasta la saciedad. Es una serie, sin más. No tiene aliciente alguno para que la vea cada semana, pero sí que la pondría un rato si la pillo algún día por la tele. Como producto comercial creo que podría funcionar, y de hecho está funcionando, aunque espero que para proyectos futuros aprendan de sus errores y lo hagan un poco mejor. Si alguien ve que es necesario. Si no no.

PD: Ya que hablamos de improvisar, es oportuno mencionar (o igual no lo es, pero me sale de los cojones hacerlo) que Larry David y John Hamm (respectivos protagonistas de Curb y de Mad Men) estarán con Michael Keaton en la nueva de Greg Mottola, director de Supersalidos y del piloto de The Newsroom, que será una película de improvisación. Sobre Larry David, tengo que dejar de hablar de este tío, que voy a parecer cansino.

PPD: El lunes haré un artículo de Larry David.


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