Nuestra inmensa capacidad de generar basura
"La única razón para sintonizar TVE HD es lograr que Angela Merkel quepa dentro de la pantalla del informativo."
Si echamos la vista atrás, la transición de analógico a digital parece un cachondeo, sobre todo desde que poco después de producirse nos anunciaran que tendríamos que prepararnos para repetir la experiencia en el 2015. A los españoles algunas veces se nos dan bien las transiciones y otras no, y en este caso no nos vendría mal un golpe de estado televisivo. Dicen que en algunos casos bastará con volver a sintonizar los canales aunque en otros también se deberán reorientar las antenas en los tejados, dependiendo de lo más o menos chapuzera que haya sido cada instalación, pero para mí que ni ellos lo tienen claro.
El Ministerio de Industria, que por aquella dirigía Miguel Sebastián, no dio cifras a la hora de cuantificar el gasto, pero aseguraba que lo pagarían ellos. Aclaremos que el dinero del Estado lo saca el señor ministro de sus bolsillos y no de nuestros impuestos. El motivo para la resintonización se comenta que es dejar paso a las redes de telefonía 4G -la nueva generación de internet móvil-, lo cuál mucho no me impacta, y es que aparte de que no tengo pensado llegar vivo al 2015, pertenezco a esa especie en peligro de extinción que no tiene guasap ni un chintófono de ultimísima generación y, por insólito que parezca, usa el móvil principalmente para llamar.
Y si esto es para el 4G os preguntaréis entonces, ¿esto por que no lo pagan las empresas de móviles? Pues resulta que sí lo hacen, le dieron al Estado 1.305 millones de euros, de los que el gobierno iba a usar 800 para la resintonización, pero por restricciones presupuestarias dijeron que al final nos daban sólo 45 y el resto mejor se lo quedan. La cantidad restante que la apoquine cada comunidad de vecinos que quiera resintonizar. Ni el estado, ni las compañías telefónicas ni las cadenas de televisión. Al final pagan los de siempre. No sé si por lo menos nos compensarán regalandonos el 4G ese, ya que la dichosa idea significa más ancho para los móviles y menos para los diales de TDT, lo que se traduce en peor calidad de imagen.
Finalmente la TDT ha sido una idea peor que el power point. El cómputo de las cadenas nos deja con la sensación de que la mayoría no saben ni que meter y sólo están ahí porque alguien les dio una licencia y tenían que echar algo para que no se la quitaran. Estoy de acuerdo en que ha habido grandes aciertos, sobre todo vinculados a las segundas y terceras cadenas de los grupos grandes. Así neox es un buen ejemplo de como dotar a una cadena subsidiaria de una imagen personal y unos contenidos de producción propia independientes de la principal, con fichajes como los Chanantes, Flipy, o Flo y compañía, que protagonizaron todos juntos varias cortinillas de continuidad que ayudaron a favorecer su imagen de marca.
Otro proyecto viable es Marca TV, alimentando como no, la enfermedad opiácea del fútbol. Tampoco han funcionado mal las cadenas infantiles, Boing y Disney Channel, ni la sorpresa de esta temporada y desague de furia gafapastil, La sexta 3. La última moda están siendo los reality-documentales de Xplora y Discovery Max. Pero la lista de basuras infumables engloba todo lo demás. Divinity, La siete, nova o las licencias concedidas a ese conglomerado acuñado como el TDT Party liderado por los grupos Intereconomía y Libertad Digital. Ni mencionar fracasos estrepitosos como la ya desaparecida en un vórtice espacial La10, intento de mayoritaria cutre que se rodeó de rostros jóvenes como Curri Valenzuela y María Teresa Campos, o 13TV, que tendrá su público, aunque no creo que este vaya más allá de los asilos y los conventos de clausura (eso sí, el programa de cocina de las monjas es una obra maestra).
La llegada del digital ha multiplicado el número de cadenas pero la oferta apenas ha aumentado. Una parrilla copada por reposiciones continuas y pseudodebates políticos interminables es lo que nos deja una televisión en la que prima el bajo presupuesto pero no la creatividad. A esta época de expansión de canales le seguirá otra de contracción en la que todos estos bodrios, esperemos, desaparezcan para no volver.
Como es posible que no me entendais muy bien, que os lo expliquen nuestros amigos de un reputado programa de Televisión Española:
Otro proyecto viable es Marca TV, alimentando como no, la enfermedad opiácea del fútbol. Tampoco han funcionado mal las cadenas infantiles, Boing y Disney Channel, ni la sorpresa de esta temporada y desague de furia gafapastil, La sexta 3. La última moda están siendo los reality-documentales de Xplora y Discovery Max. Pero la lista de basuras infumables engloba todo lo demás. Divinity, La siete, nova o las licencias concedidas a ese conglomerado acuñado como el TDT Party liderado por los grupos Intereconomía y Libertad Digital. Ni mencionar fracasos estrepitosos como la ya desaparecida en un vórtice espacial La10, intento de mayoritaria cutre que se rodeó de rostros jóvenes como Curri Valenzuela y María Teresa Campos, o 13TV, que tendrá su público, aunque no creo que este vaya más allá de los asilos y los conventos de clausura (eso sí, el programa de cocina de las monjas es una obra maestra).
La llegada del digital ha multiplicado el número de cadenas pero la oferta apenas ha aumentado. Una parrilla copada por reposiciones continuas y pseudodebates políticos interminables es lo que nos deja una televisión en la que prima el bajo presupuesto pero no la creatividad. A esta época de expansión de canales le seguirá otra de contracción en la que todos estos bodrios, esperemos, desaparezcan para no volver.
Como es posible que no me entendais muy bien, que os lo expliquen nuestros amigos de un reputado programa de Televisión Española:
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