Una ruina subsidiada y ponzoñosa es como muchos definiría sin miramientos a ese género perverso al que hemos quedado en llamar cine español ¿Es una industria? ¿Es un arte en si mismo? ¿Una parodia del cine de verdad? Lo que está claro es que en España la producción cinematográfica se ha sustentado básicamente a través de dinero público. A comienzos de este 2012 que ahora termina el nuevo Gobierno, en plena campaña de recortes, amenazaba con retirar el actual sistema de ayudas al cine. Obviando lo criticable que es que un Estado democrático muestre escasa preocupación por impulsar la cultura, esto debería hacernos pensar ¿De verdad queremos seguir perpetuando este modelo?
En España se produce más cine para minorías que comercial. El comercial, paradójicamente, es imprescindible para sostener el otro, eso que hemos quedado en denominar cultura. Lo que hace dos siglos tenía un valor incalculable a pesar de estar en manos de unos pocos y a lo que ahora, con la democratización de la información, todos podemos acceder pero ya nadie considera apasionante. Una forma de decirlo es que aquí hay mucho Sundance, pero poco Hollywood. Y para que un Sundance sea viable, necesitamos un Hollywood que nos traiga mucha mierda detrás. Algo que debemos dejar claro es que las ayudas a proyectos actualmente se dedican exclusivamente a apoyar el primer tipo de películas que digo, las que tienen una enorme vocación de público.
La principal tara de estas producciones en la historia reciente de nuestro cine es que son pozos sin fondo. Pozo tras pozo sin ganas ni intención de cambiar. Las películas españolas son astracanadas y comedias soeces de mal gusto exagerado, copias del cine americano más tonto y más demandado allí o panfletos con pretensiones de social. Estamos hartos de ver a Maribel Verdú ligerita de ropa (no me creo que haya dicho eso) en tostones sobre la Guerra Civil y dramas afectados y tumefactos de Fernando León de Aranoa que solo sirven para alejar al público que como mucho podrá convertirlas en objeto de escarnio. Lo que hacían Vittorio De Sica o Roberto Rossellini era cine social y también arte. Esto es mierda, propaganda hecha por y para políticos para que tanto ellos como un productor hábil en hacer malabares financieros con la subvención queden contentos.
Y es que el cine que tenemos en el imaginario popular, ni es bueno ni lo compensa siendo comercial. La nada. El sistema de subvenciones tiene entonces un cierto punto de inmoralidad si atendemos a que la mayoría de las películas que se ruedan no llegan a estrenarse en salas. Y las que se estrenan, exceptuando rarezas como Los otros, Ágora, Celda 211 o la ya mencionada Lo imposible, no llegan a ningún sitio. El cine patrio es una vergüenza, y lo es principalmente porque lleva más de veinte años chupando de la subvención. Dinero público que podría emplearse en mejorar la sanidad, la educación o la justicia, y no en algo que hace años que dejó de ser un servicio al ciudadano. Y es que arropados por el estado, los directores españoles se han permitido el lujo de vivir en un mundo paralelo a la taquilla y a la realidad. Para mí solo quedan dos opciones: o empezar a hacer cine para la gente o apagar las cámaras y marcharse a casa.
La Ley del Mecenazgo no ha sido tampoco muy bien acogida, pues la mentalidad de los ricos españoles no se parece ni por asomo al del resto de Europa, si queréis empezamos a hablar de temas de fiscalidad y evasión de impuestos y nos deprimimos... básicamente lo que supondría la inclusión de los mecenas en la ecuación sería substituir la subvención directa por una mayor desgravación fiscal para el que paga. Creen que el problema está en el propio modelo cuando no es así: da igual el método, lo importante es el objetivo. Solo Estados Unidos cuenta con mecenazgo, eso es impensable en cualquier lugar de Europa. The Artist fue una producción francesa perfectamente subvencionada y rentable. Lo único que tienen los gabachos diferente a nosotros es el criterio de que cosas merecen una gran inversión y cuales no. Se puede hacer cine para casi todos y con calidad.
Enma Lustres, de la productora Vaca Films (Celda 211, Lobos de Arga), ponía la excusa de que si se eliminan las ayudas al cine español desaparecería la industria y este se convertiría en algo casi anecdótico. No que desaparezca, pero igual si es mejor que se reduzca. Rodar menos películas pero más dignas. Menos es más. Regalar menos dinero y mejor escogido. Se está perdiendo la vocación y las ganas de expresar algo que tienes en tu interior ridiculizando la cultura para convertirla en un negocio de juguete y deficitario.
Me irritan los directores que solo trabajan cuando todas las condiciones son óptimas. Si me dan dinero te hago un telefilm cutre, y si no salgo a protestar a un escenario. Pocos quedan que les apasione tanto lo que hacen que salgan a rodar los fines de semana con pocos medios. Y menos que a partir de ahí intenten asociarse para financiar un producto pequeño pero interesante y distribuirlo por internet. La subvención debería ser un medio de potenciación ocasional, no una costumbre.
Es el comentario más simplista sobre el problema del cine español, que he leído en una página, supuestamente especializada.
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