miércoles, 4 de julio de 2012

Recomendación de serie (III): Rubicon

Magistral retrato de la desolación humana



Tras el éxito de Mad Men y Breaking Bad, la cadena de cable AMC, hasta entonces dedicada a la emisión de películas clásicas, decidió lanzarse con otra propuesta diferente, atrevida y con intención de "decir algo", en la línea de las clásicas del cable como la prestigiosa  HBO. Rubicon no es una serie sencilla, no tiene grandes ganchos ni trepidantes escenas de acción. Algunos insolentes se atreverían a decir que no es para todos los públicos, otros la tacharán de aburrida, y sólo los que con paciencia se sienten a contemplar los 13 capítulos con los que cuenta esta modesta producción sabrán que han sido testigos de algo grande.

Y es que Rubicon no es fácil, ni lo pretende ni lo necesita. Es un modelo de como llevar al espectador cada semana por senderos que no imaginaba, sorprenderlo, hacerlo vibrar y reflexionar más allá de los 40 minutos de cada episodio. Los dos primeros capitulos resultan excesivamente vacíos, no pasa casi nada y uno está tan perdido que pueden entrar ganas de abandonarla. Sólo con buena voluntad podrás ir avanzando y comprobar que esta es una historias de unir los puntos, en palabras del personaje de Ed Bancrof, y llega un momento en el que estás tan enganchado que no puedes dejarla, para llegar de repente a un final que te deja con ganas de más.



En líneas generales estamos ante un thriller de espías al más puro estilo de pelis de los 70 como Los tres días del cóndor o El último testigo. Los protagonistas son analistas de una agencia de inteligencia estadounidense, hombres y mujeres que trabajan en secreto procesando información y tomando decisiones de primer orden en la seguridad nacional. Para que os hagáis una idea, cuando el Gobierno de los Estados Unidos decidió el año pasado matar a Bin Laden, tuvo un equipo detrás encargado de sopesar todas las opciones y analizar cada frente. Estos investigaron y descubrieron donde estaba oculto el peligroso terrorista, para más tarde argumentar al presidente y a su gabinete si debían atacar o no y por qué.

Uno de los aciertos de Rubicon es que no habla de estereotipados héroes de acción que se juegan la vida en el campo de batalla, sino de currantes de despacho que podrían ser tu vecino, y que a menudo no solemos ver en el cine. Personas con apariencia normal, con una vida corriente, pero que en su oficina cambian cada día el rumbo del planeta. Y curiosamente son más humanos, frágiles y parecidos a nosotros que el protagonista de la típica peli de acción revienta-taquillas. Es fácil  identificarse con cada uno de ellos y con su sufrimiento. No es ideal para cuando uno está bajo de moral, pues la recreación de esa atmósfera sórdida que impregna a todos los protagonistas es lo que Rubicon mejor sabe hacer, aunque la  fotografía no sea para tirar cohetes. 

Ese lugar es un infierno, cada personaje está anulado psíquica y socialmente. Brechas del pasado cada vez más presentes, matrimonios que se han roto o que están a punto de hacerlo por el desgaste de los años; amores incipientes que no llegarán a existir por la necesidad de regresar a la rutina y oscuras adicciones al alcohol y las pastillas que acaban lanzando a una inexperta joven a un abismo sin solución. La obra de AMC versa sobre el dolor, ese dolor oculto que todos escondemos en nuestro interior. No encontarás a una sola persona feliz, y menos un mínimo resquicio a la esperanza. 


No solo de sentimientos vive el hombre, y también tenemos ración de crítica política, aún más pesimista que la de la condición humana. La historia se centra en Will Travers, jefe de la unidad de inteligencia, al que, tras la muerte de su mentor, empieza a sospechar que esta no fue accidental, y que tras ella se encuentra  una gran conspiración que puede implicar a sus propios jefes, capaces  de manipular desastres a escala mundial para lucrarse. Así no sólo presenciamos como de desolados estamos los de abajo, sino también lo podridos que están los de arriba.

La trama conspiranoica no es novedosa, está llena de tópicos como códigos secretos, espías infiltrados o implicaciones que salpican a altos cargos políticos, pero eso no es relevante. A pesar de que nos deja grandes joyas como ese villano carismático que es Kyle Ingram, a medio camino entre tu aliado y tu mayor enemigo, la historia tan sólo es una excusa. Ha sido comparado con The Wire (para muchos la mejor serie de la historia) y, si en palabras de su creador David Simon, aquella era “ la narración televisiva que más abiertamente sugiere que nuestras estructuras políticas, económicas y sociales ya no son viables, que nuestros líderes nos han fallado y que no, no vamos a estar bien”, esa definición se puede  aplicar sin problemas a Rubicon.

Kyle Ingram, o  como yo le llamo, Dios.
Si la de HBO se encargaba de mostrar la negrura de esos seres humanos que se encuentran tras los uniformes de policía y los crimimales que pueblan las calles de Baltimore, la de AMC hace lo mismo con los analistas de inteligencia y los terroristas internacionales. Ninguna de ellas sitúa al espectador en lo que está pasando, sino que le deja a este el trabajo de interpretación. "Que le jodan al espectador medio", decía Simon, que en resumen venía a contarnos: déjate de comedietas vácuas y sé exigente con lo que consumes en la tele. Porque el mundo no está yendo como debería, y eso es lo que tiene que decirnos la televisión.

El final es puntero, diferente y bastante chocante. En un primer momento puede parecer inconcluso, pero en cuanto  reflexionas un poco te das cuenta de que no  podía tener un cierre más honesto. Puede que sea abrupto, que nos quedemos con ganas de un epílogo que diga donde acaban nuestros personajes, pero para nada deja cabos sueltos o tramas sin resolver, y al que piense eso le animo a volver a verla para comprobar como todas las respuestas están ahí y sólo es cuestión de unir todos los puntos.

Rubicon es honesta y real como la vida, aquí no ganan los buenos ni hay finales perfectos. El mundo sigue girando, todo continúa igual y aunque algunos héroes quieran revelar al mundo la verdad, al fin y al cabo, la verdad ¿a quien le importa?

La podéis ver gratis aquí, aunque como sois buena gente estoy seguro de que la vais a comprar en DVD.




2 comentarios:

  1. la empece a ver y la deje.
    lo volvere a intentar, y a ver que tal

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  2. La tengo pendiente desde hace mucho tiempo. Tras leer tu reseña voy a verla pero ya! :)

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