El guionista Brian Elsey es experto en crear una surtida galería de personajes anulados moral y anímicamente e irlos desgranando poco a poco para conseguir un conjunto de historias individuales que al final forman parte de un encaje de bolillos. Buena muestra dio de ello con su trabajo en Skins, -serie a la que a nivel de escritura no había nada que reprocharle- y este verano ha vuelto a hacerlo con una de las revelaciones del complejo y desordenado calendario de estrenos británico, y lo ha logrado a partir de una idea que no puede sonar más aburrida, pero que nos ha sorprendido por el extremo verismo y espontaneidad de las relaciones que en ella se nos presentan.
El concepto de Dates es sencillo y, como su título indica, en cada episodio de apenas 20 minutos nos muestra la primera cita de dos personas que aún no se conocen y han quedado a través de una agencia de contactos. Allí los nervios y la inseguridad se enfrentarán cara a cara con las primeras impresiones que condicionan siempre este tipo de encuentros, con el cinismo como arma más cercana y la soledad como telón de fondo temático para todos estos solteros a la búsqueda desesperada del amor. Es una propuesta anti-romántica que solo podría estar ambientada en el siglo XXI: no hay grandes elegías a la luz de las velas, solo personas corrientes y bastante malogradas que buscan algo de compañía en un mundo que corre a una velocidad de vértigo y en el que día a día apenas tenemos tiempo de conocernos unos a otros.
El concepto de Dates es sencillo y, como su título indica, en cada episodio de apenas 20 minutos nos muestra la primera cita de dos personas que aún no se conocen y han quedado a través de una agencia de contactos. Allí los nervios y la inseguridad se enfrentarán cara a cara con las primeras impresiones que condicionan siempre este tipo de encuentros, con el cinismo como arma más cercana y la soledad como telón de fondo temático para todos estos solteros a la búsqueda desesperada del amor. Es una propuesta anti-romántica que solo podría estar ambientada en el siglo XXI: no hay grandes elegías a la luz de las velas, solo personas corrientes y bastante malogradas que buscan algo de compañía en un mundo que corre a una velocidad de vértigo y en el que día a día apenas tenemos tiempo de conocernos unos a otros.
Cada entrega transcurre en no más de una o dos localizaciones y en un espacio temporal que no suele exceder una noche. Es una serie sencilla y de bajo presupuesto, con pocas secuencias muy largas, planos cortos y abundancia de diálogos. Los dos asistentes a la cita tienen su propia coraza que intentarán usar contra ese contrincante con el que se están batiendo en un duelo. Los protagonistas son siempre personas contrapuestas que desde el principio revelan sus problemas de compatibilidad, pero a medida que se vayan conociendo empezarán a adoptar un nuevo punto de vista, y seremos testigos de algún giro que propiciará que la noche acabe de una manera inesperada.
Algunos de estos solteros intervendrán en más de una cita debido a sus continuos fracasos, lo que ayudará a que no estemos ante historias aisladas, pues aunque pueden funcionar como cortometrajes independientes poco a poco van formando un tejido de conexiones gracias a las que a medida que el relato avanza vamos conociendo datos clave de su persona. La primera temporada, de solo 9 capítulos, comienza y termina con las pareja de Mia (la Oona Chaplin de Juego de Tronos) y David, posiblemente la más magnética de la serie, y una de las que da sentido a ese no-amor tan falso, tan destructivo, tan artificial, cobarde y complicado...
Dates es tan grande porque ofrece mucho más de lo que uno espera. Porque sin ninguna clase de artificio y solo con la potencia de sus diálogos, como hizo en su día In Treatment, proporciona la más intensa de las experiencias audiovisuales. Es fácil que te enganche hasta el punto de que puedas verla del tirón en una tarde.
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