martes, 29 de octubre de 2013

El Faro, producción autonómica hecha en condiciones y con resultados denigrantes







Como lamentaban desde la Coordinadora de Profesionais do Audiovisual Galego, este verano Galicia  llegó a ser denominada en algunos foros la Taiwan del audiovisual: un lugar donde deslocalizar un proyecto televisivo que no contaba con valores de producción propios ni proporcionaba ningún tipo de beneficio económico a la comunidad. Se referían a la polémica El Faro, serie de emisión diaria que ha sido gestada en una novedosa iniciativa por doce cadenas autonómicas de toda España integradas en la FORTA para su emisión en todas ellas. 

Su estreno se produjo hace dos semanas en Telemadrid, Castilla La Mancha Televisión, Televisión de Galicia y Televisión del Principado de Asturias con unos resultados de audiencia dispares pero bastante pobres en el cómputo global, mientras que para el resto todavía no se ha anunciado ninguna fecha. Su desarrollo corre a cargo de Atlantida Media, una nueva productora gallega nacida a raíz de la unión de Zenit Televisión, Pórtico Audiovisuales, Cinemar y Agallas. El rodaje, tanto de las localizaciones interiores como de los exteriores, se estaba realizando en el polígono Novo Milladoiro, concello de Ames, muy cerca de Santiago de Compostela.

Carlos Ares y Jorge Coira criticaban el bajo salario de los guionistas y actores del proyecto, así como los desorbitados horarios de trabajo. Al parecer, se encargaba la escritura de un guión de cincuenta páginas en tan solo dos días, motivo por el que muchos de estos eran entregados no solo en su primera versión, sino sin realizar siquiera una lectura de lo escrito con su necesaria corrección ortográfica o gramatical. El revuelo mediático había comenzado días atrás a raíz de un artículo publicado en El Periódico de Cataluña y firmado por los guionistas Lluis Arcarazo, Josep Maria i Benet y Rodolf Sirera en el que afirmaban que el salario cobrado por los encargados de escribir el serial era de 450 euros por episodio, lo cual lo sitúa en unas condiciones cercanas a la explotación. Esto servía para que otro afamado guionista y director, mi admirado Sergio Barrejón, iniciase su modesta investigación preguntando directamente a través de twitter sobre el tema al productor Pancho Casal. Este tachaba las acusaciones de absurdas, por lo que mientras no se demuestre lo contrario tenemos que suponer que son falsas ¿no?



Aún más revelador resultaba el documento escrito posteriormente por Barrejón para Bloguionistas, donde mostraba su rechazo sin ningún tipo de concesiones a los trabajadores que aceptasen este salario porque lo único que hacen es devaluar su prestigio y el de la profesión. El ya polémico "9 euros por página" debería servir para agitar conciencias sobre el clima irrespirable que bajo la coartada de la crisis se está empezando a apreciar en parte del sector audiovisual español. Es realmente desolador para los aspirantes a trabajar en este medio saber que en la grabación algunos actores hablan en castellano y otros en gallego, resultando que en pantalla podremos ver una misma escena donde unos serán doblados y otros mantendrán su voz en versión original, habiendo múltiples variaciones sonoras según la autonomía. Algo que seguramente proporcionará momentos realmente dolorosos a cualquier televidente con un mínimo de tacto.

Pero ya no es una cuestión de calidad del producto (que también, porque no creo que ningún profesional se pueda sentir orgulloso de haber participado en semejante bodrio, ni que ninguna persona se muera de ganas por sentarse cada sobremesa frente al televisor para ver como continúa la historia), hablamos de un tema de derechos constitucionales. Eso que con años de revoluciones y sacrificios habíamos conseguido para el trabajador. No diré nada nuevo si afirmo que hemos llegado a un punto en el que las personas que controlan nuestras vidas se mueven únicamente por criterios monetarios, olvidándose de que si tienen esa empresa o ese negocio es gracias a los empleados que crean el producto. Pero verlo tan cerca y tan claramente sin que nadie haga nada por impedirlo nos ofrece una imagen tan podrida de este mundo que no podría ser superada ni por un maratón de las cinco temporadas de The Wire.

P.D.: Aún no he visto nada de El Faro, pero si logro sacar fuerzas de flaqueza y tiempo prometo echarle un vistazo un día de estos (si no la cancelan antes) y comentar aquí mis impresiones atendiendo solo a criterios formales y de contenido.        


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