No voy a entrar en un comentario fácil donde exponga lo mucho que me entristecen las audiencias de los famosos tirándose a la piscina y lo mal que está este país desde que sus ciudadanos dedican su tiempo de ocio a verlos en lugar de leer una antología con lo mejor de Marcel Proust traducido al arameo, como hacían antes de la crisis. Ninguna consideración seria de cultura debería implicar que unas formas de expresión fuesen excluyentes de otras. Todos tenemos placeres culpables, fijaciones personales y obsesiones perversas. Soy el primero al que estos espacios le aborrecen, pero podría haber ocurrido lo contrario y no pasaría nada. Lo que sí merece en mi opinión un análisis de relevancia es el hecho de que las dos cadenas privadas más potentes de este país estén compitiendo por un formato que, obviando el reclamo mediático que pudiesen arrastrar algunos de los participantes, presentaba escaso margen de ofrecer algo entretenido que no obligase a cambiar de canal transcurridos los primeros quince minutos.
El único mérito que podemos atribuír a Splash! Famosos al agua es el haber sacado al salto del trampolín del lugar donde esta sociedad lo había archivado junto con el badmínton: en el cajón de los deportes ridículos. El programa resultará aburrido hasta para los que estén acostumbrados a entretenerse con la televisión generalista más simple y más consumida aquí. Un concursante salta al agua detrás de otro sin ningún tipo de tensión o gancho real, mientras que Santiago Segura intenta ser gracioso y Ana Tarrés una pasa arrugada y decrépita con ceño de divorciada amargada y un irrisorio complejo de Risto. De Mira quién salta he visto muy poco, así que no entraré a hacer una valoración más pormenorizada, pero este miércoles puse la tele cerca de las doce y estaba Boris Izaguirre haciendo aspavientos, así que me imagino que lo va a petar.
El único mérito que podemos atribuír a Splash! Famosos al agua es el haber sacado al salto del trampolín del lugar donde esta sociedad lo había archivado junto con el badmínton: en el cajón de los deportes ridículos. El programa resultará aburrido hasta para los que estén acostumbrados a entretenerse con la televisión generalista más simple y más consumida aquí. Un concursante salta al agua detrás de otro sin ningún tipo de tensión o gancho real, mientras que Santiago Segura intenta ser gracioso y Ana Tarrés una pasa arrugada y decrépita con ceño de divorciada amargada y un irrisorio complejo de Risto. De Mira quién salta he visto muy poco, así que no entraré a hacer una valoración más pormenorizada, pero este miércoles puse la tele cerca de las doce y estaba Boris Izaguirre haciendo aspavientos, así que me imagino que lo va a petar.
A pesar del evidente escepticismo ante los efectos que para el público supondría estrenar dos ofertas casi idénticas, lo cierto es que tanto los dos pases de Splash como el estreno de MQS han logrado superar la barrera del 20%, casi un hito en estos momentos. Y es que aunque ambos son muy similares en la forma, sus fondos son tan opuestos como la línea editorial de cada una de las cadenas que han decidido albergarlos.
En Antena 3 tenemos a Arturo Valls llevando la batuta de un formato ligero y distendido en la línea de su anterior éxito de la noche de los lunes, Tu cara me suena. Participantes como Falete, Miki Nadal o la pornogénica Daniela Blume (cuyo nombre colapsó esa noche los buscadores de google seguido de la palabra hot) ayudan a afianzar esa marca de programa blanco, ligero y con toques de humor para toda la familia. Por su lado, Telecinco se ha dado cuenta de que no podíamos vivir sin ver en traje de baño los esculturales cuerpos de Karmele Marchante, Lydia Lozano, la concejala Olvido Hormigos, Beatriz Trapote o Jesús y Víctor Janeiro. Además, habrá también un debate sobre los mismos que conducirá Kiko Hernández. Porque todo el mundo sabe que aparte de las tres o cuatro horas de la emisión original hace falta otro programa con tertulianos que analicen aún con más detalle todos los saltos. La idea del grupo Mediaset es trasladar la estrategia que tanto éxito les ha dado en los últimos años siguiendo un modelo sensacionalista en programas de corazón, tertulia y telerrealidad. Es decir, que han hecho un Sálvame Deluxe de saltos.
Formatos originales
TV Total Turmspringen fue creado por Banijay Group y lleva emitiéndose desde 2004 en el prime time del viernes y sábado del canal aleman Prosieben. Este exitoso formato cuenta con muchos otros deportes de riesgo aparte del trampolín: deportes a motor, fútbol sobre hielo, saltos a caballo... la competición exige un duro entrenamiento y las demostraciones son visualmente espectaculares. Para completarlo, profesionales de primer orden realizan sus propias demostraciones, todo ello aderezado con actuaciones musicales. Es decir, famosos con un mínimo de prestigio social (no farándula ni famosetes graciosos) intentan ganarse el respeto de la opinión pública superando retos. Como aquí. Exacto.
Banijay ha vendido los derechos al mercado internacional con el nombre Stars in Danger-High Diving, convirtiéndose en un éxito en el pasado Mipcom 2012, ya que fue adquirido por Alemania, Noruega, Estados Unidos y Suecia, además de España, donde Telecinco ha decido asignarle un nombre mucho más patético. Mientras, el de Atresmedia (que enterado estoy, ya uso el nombre nuevo) es la adaptación del formato británico de ITV Celebrity Splash, el cual ha sido vendido a Estados Unidos, Francia, Argentina, Australia y China. De hecho lo alemanes están ahora mismo en el tribunal de la La Haya enfrentados contra la productora Eyeworks por violación de derechos de autor y daños legales por el formato de Splash.
Versiones americanas, diferencias más que notables
Para intentar encontrar sentido a esta nueva fiebre por el salto de trampolín, lo mejor será analizar las diferencias de cada una de las dos versiones en el mercado donde últimamente han conseguido mayor visibilidad: el estadounidense. Allí Celebrity Splash se emite en ABC, mientras que Stars in Danger ha pasado a ser un producto de la FOX. Las características más identificables de cada marca serían:
- SID tenía nueve participantes, entre los que se incluían los actores de Los vigilantes de la playa Alexandra Paul y David Chokachi, las hermanas Kile y Kim Richards (tías de Paris Hilton) o la concursante de Jersey Shore Jwoww, aunque esta última no llegó a concursar debido a una lesión. CS en su versión original contó con quince, aunque se dividieron en tres grupos, saltando cinco en cada uno de los cinco programas.
- SID se emitió en un solo día con una duración de una hora y media, mientras que CS ofreció cinco entregas de una hora. Los de aquí me imagino que serán trece ediciones de seis horas semanales más otras dos de publicidad.
- SID, heredero del original alemán, tuvo un tono más profesional donde primaban el esfuerzo y el entrenamiento frente al espectáculo. Mientras los concursantes haciendo el tonto o las bromas sin gracia con clips grabados tendentes al dislate son una constante de CS, también en la versión de Arturo Valls.
- En SID los concursantes son valorados únicamente por un jurado profesional (repito, profesional), mientras que en CS a este juicio se sumaban los votos de los espectadores vía SMS, que podían acabar modificando abruptamente las clasificaciones.
Se supone que estos formatos son buenos porque ayudan a promocionar un deporte. Si yo fuese uno de los amantes de este pensaría que es flaco el favor que le están haciendo a mi mayor pasión poniendo a gente que se la toma como una coña marinera. El espacio alemán y todos los hijos que han nacido a partir de ahí son el ejemplo perfecto de como hasta la idea menos trascendente o inspiradora se puede convertir en un producto redondo o en una basura chapucera para paladares poco exigentes.
Pues eso, que menos ver la televisión y más leer libros difíciles de entender. Quedaréis mejor en twitter.
Archivo fotográfico ⎪ antena3.com, telecinco.es, lavozlibre.com
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