lunes, 18 de marzo de 2013

El crowdfunding de Veronica Mars: como conseguir $2.000.000 en 11 horas

Menos de un día ha necesitado este proyecto cinematográfico para conseguir 2.000.000 de dolares mediante el sistema de financiación colectiva o crowdfunding. Gracias a este podremos encontrar el próximo año en las pantallas una costosa producción que recree el universo y los personajes de una serie que al parecer solo veían cuatro frikis. Es asombrosa no solo la magnitud de la recaudación -la cuál ha roto todas las previsiones y estadísticas que su creador Rob Thomas tenía en mente cuando decidió lanzar la propuesta- sino como esta puede acentuar la capacidad motora de la red para establecer un diálogo directo con los usuarios preguntándoles que es lo que quieren ver y donde y cuando lo harán.

La experiencia de Verónica Mars es solo otro indicativo del enorme poder de las comunidades virtuales -ese concepto que al igual que el de opinión pública o sociedad peca de impersonal y heterogéneo- en esta era de la información y la comunicación. Los últimos estrenos de Netflix han llegado a buen puerto porque los altos mandos de la plataforma dieron el visto bueno basándose en las estadísticas de la web. Sin esa seguridad que da conocer las preferencias del consumidor nunca habrían visto la luz House of Cards ni la cuarta temporada de Arrested Development. Los sistemas de puntuación, ránkings, contadores de visitas, comentarios... todos ellos agilizarán cualquier proceso y permitirán que el feedback entre creador y consumidor sea cada vez más inmediato y preciso. Mas dentro de todo este entramado sin duda el crowdfunding todavía sigue planteando serias dudas e interrogantes entre gran parte del público. Muchos serán los que acusen de arrogancia o prepotencia a esos que osan pedir dinero a la gente. Con todo el morro, que se habrán creído. Yo prefiero verlo de otro modo: tienes un proyecto y quieres desarrollarlo porque se supone que alguien va a consumirlo y disfrutar con la experiencia. Si toda producción audiovisual lleva un trabajo y un coste monetario detrás, los espectadores tienen que pagar siempre una entrada. Repito, siempre. Cuando el público esté deseando conseguir lo que propones, entonces estará dispuesto a poner dinero de su bolsillo para que este se haga una realidad.

Los fracasos, como todos podemos deducir, superan a los éxitos. Por cada persona que haga un uso eficiente de este sistema hay cien que tienen una historia que solo interesa en su pueblo y en el del vecino pero que según ellos es la quintaesencia del conocimiento universal. En muchas ocasiones son productos de bajo presupuesto en los cuales la exigua cantidad que se requiere no es digna de ser pedida a los usuarios, y en otras se trata de autores que buscan el onanismo y la autocomplacencia mediante roturas de tiesto. En ninguno de ellos la elección acaba resultando afortunada. El experimento de esta serie de The CW con la plataforma Kickstarter representa un cambio en la dirección del modelo cinematográfico financiado mediante crowdfunding, pues hasta ahora su base había estado en películas independientes que ofrecían un reclamo traducido en los responsables de proyecto o en algunas de las estrellas mediáticas que en él aparecían. Inocente, ganador este año del Oscar a mejor corto documental, fue en su día albergado por Kickstarter. La película recaudó 52.000 dólares a través de las donaciones de los internautas. Por su parte el guionista Joss Whedon (que considera Veronica Mars la única sucesora digna de su serie Buffy) afirmaba que la de Rob Thomas es la jugada más innovadora que ha visto en este negocio desde que Louis C.K. vendiese el DVD de su especial de comedia directamente online. Con tal conexión de genios, será verdad.

Archivo fotográfico ⎪  kickstarter.com,  carefreevacations.com

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