No son pocas las ocasiones en que algunos artistas que algún día se convertirán en estrellas multipremiadas realizan siendo aún desconocidos pequeños proyectos que actúan como boceto de muchas de las ideas geniales que posteriormente darán forma a sus éxitos. Así le ocurrió a John Cleese con How irritate People, una parodia documental para televisión que el humorista realizó en 1968, aún en la etapa Pre-Python, con Graham Chapman y Michael Palin y que, como bien indica el título, nos daba útiles consejos en clave de humor para sacar a la gente de sus casillas.
La pieza fue hecha en Reino Unido para ser exhibida ante el público estadounidense con el objetivo de introducir en América un nuevo estilo de humor británico. Aunque la emisión original data del 69, lo cierto es que el show fue olvidado durante mucho tiempo hasta que alguien lo recuperó, aparentemente en una versión reducida, a finales de siglo. Hay cierta confusión con respecto a la existencia de esta versión de 60 minutos, pero lo cierto es que la que yo he visto estaba completa (o eso quiero creer), con 68 minutos. Me he encontrado con parte de las estructuras que unos años después aparecerán en el Flying Circus y en películas como El sentido de la vida. Ingredientes que están sin evolucionar, pero que están de todos modos.
El programa se compone de breves monólogos que Cleese realiza mirando a cámara sobre un tema que a todos nos toca de lleno como es la capacidad que tienen algunas personas de acabar con nuestra paciencia para lograr un objetivo o porque está en su naturaleza. Muchas veces lo más irritante no es lo que estas personas intentan conseguir, sino como intentan disfrazar sus verdaderas motivaciones bajo una capa de hipocresía. Algunos de los consejos para irritar a la gente de Cleese (oro puro) incluyen ser excesivamente amables o no pedir los favores directamente, ya que el abordaje indirecto es mucho más irritante.
Entre sus intervenciones se intercalan sketches de una calidad bastante irregular y que veríamos repetidos años después a lo largo de la prolífica carrera del grupo. Se trata de situaciones surrealistas que parodian hechos de la vida cotidiana relacionados con el trabajo, la familia o la televisión, entre otros muchos temas. Un estilo que no conectará con muchos en un primer vistazo quizás por lo demasiado extremo o absurdo de este humor, pero lo cierto es que tienen más esencia de realidad del día a día de lo que parece. Es fácil identificarse con la actitud de las madres que salen en un par de fragmentos y con alguno de los estereotipos representados.
Entre los sketches destacan la entrevista de trabajo, rescatada de At Last the 1948 Show, donde Tim Brooke-Taylor hace de entrevistado en una oficina algo peculiar, o el vendedor de coches, donde el dueño de un taller intenta convencer al propietario de un vehículo de que, pese a la evidencia contraria, este funciona perfectamente. Hay otros muy buenos, como el de los pilotos de avión, y algunos en los que se acentúa el lastre de que a estos cómicos les faltaba aún rodaje. Aunque no es una joya cinéfila imprescindible porque todo lo que contiene lo hemos visto después mejor y más amplio, no me ha decepcionado este olvidado How to irritate People. Posee un ritmo en los sketches más dilatado que en Flying Circus, lo que a mi parecer juega bastante a favor del realismo. Mención aparte a que en casi todos sus monólogos el conductor está sembrado. Hay una manía estúpida con respecto a ver a John Cleese como un cómico menor en comparación a sus hermanos artísticos, relegado solamente a algunos guiones brillantes, pero con su espectáculo The Alimony Tour creo que ha demostrado ser una entidad con un universo propio fascinante.
Por cierto, rebuscando por la red, he encontrado este vídeo del maestro Cleese en el que se marca un amago de discurso de Steve Jobs con puntazos cómicos sobre la creatividad. Son 36 minutos y vale mucho la pena. Sigue totalmente vigente y a mí me ha invitado a la reflexión.
Entre los sketches destacan la entrevista de trabajo, rescatada de At Last the 1948 Show, donde Tim Brooke-Taylor hace de entrevistado en una oficina algo peculiar, o el vendedor de coches, donde el dueño de un taller intenta convencer al propietario de un vehículo de que, pese a la evidencia contraria, este funciona perfectamente. Hay otros muy buenos, como el de los pilotos de avión, y algunos en los que se acentúa el lastre de que a estos cómicos les faltaba aún rodaje. Aunque no es una joya cinéfila imprescindible porque todo lo que contiene lo hemos visto después mejor y más amplio, no me ha decepcionado este olvidado How to irritate People. Posee un ritmo en los sketches más dilatado que en Flying Circus, lo que a mi parecer juega bastante a favor del realismo. Mención aparte a que en casi todos sus monólogos el conductor está sembrado. Hay una manía estúpida con respecto a ver a John Cleese como un cómico menor en comparación a sus hermanos artísticos, relegado solamente a algunos guiones brillantes, pero con su espectáculo The Alimony Tour creo que ha demostrado ser una entidad con un universo propio fascinante.
Por cierto, rebuscando por la red, he encontrado este vídeo del maestro Cleese en el que se marca un amago de discurso de Steve Jobs con puntazos cómicos sobre la creatividad. Son 36 minutos y vale mucho la pena. Sigue totalmente vigente y a mí me ha invitado a la reflexión.
Archivo fotográfico ⎪ cf2.imgobject.com
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