jueves, 22 de noviembre de 2012

Guasap y el error del negocio televisivo

Este Martes conocíamos que Guasap, la gran apuesta de entretenimiento para el access prime time de Cuatro que Mediaset estaba desarrollando con el cómico Dani Martinez, había sido cancelada tras rechazar cuatro pilotos que no convencieron en absoluto. En su lugar seguiremos disfrutando de Lo sabe, no lo sabe, el divertido concurso callejero capitaneado por un Juanra Bonet en estado de gracia que desde su estreno este verano ha logrado proclamarse como una de los mejores estrenos del año. Una noticia bastante paradójica, y que esconde la verdadera metáfora de por qué cada vez más personas se están alejando de un medio con tan amplias posibilidades.

Cuando no hay riesgo ni creatividad 

Los directivos de televisión no son artistas. Por lo tanto, carecen de la perspectiva, creatividad, exigencia o ganas de mejorar que sí pueden tener las personas que han dedicado años a estudiar y trabajar en sus proyectos para convertir su pasión en una profesión. Muchos ni siquiera están especializados propiamente en el ámbito audiovisual, ayer eran los directores de ventas de Citroen y mañana los del Grupo Antena 3. En unos casos su inexperiencia y en otros su extremo conservadurismo son los responsables de que una gran parte de los estrenos sobre los que depositan sus expectativas acaben en un rotundo fracaso. 


Así, en Mediaset creían que desembolsar un gran presupuesto en el desarrollo de lo que por la información liberada parecía un calco de El Hormiguero con humoristas mediocres pero conocidos por la gente como Flipy o el compañero de Flo iba a ser una revolución. Mientras tanto, un formato innovador, sencillo y de tan bajo presupuesto como el de Bonet solo tenía cabida como relleno de verano y antecesor de su programa estrella. Un concurso que creían destinado a cosechar unas flojas audiencias y a caer en el olvido en unos pocos meses.  

Pero resulta que aquello no estaba nada mal. La forma de grabarlo es muy fresca, con varias cámaras que pinchan  a veces hasta un plano muy de lejos (algo que debería imitar Salvados) y la dinámica es original y adictiva, ya que cada participante debe escoger de forma totalmente espontánea a una persona de la calle según piense que puede acertar o errar la pregunta que se le plantea. Pero, por encima de todo, el verdadero handicap del programa está en la comicidad del presentador, en la cantidad de bromas que es capaz de improvisar haciendo que las preguntas importen menos que la interacción que este tiene con los concursantes. Su sentido del humor, además, no es nada mayoritario ni tópico, sino bastante moderno y urbano (no faltan los chistes sobre Milfs, frikis, masturbación adolescente ni la sátira sobre política y actualidad muy marcada) y sin embargo funciona.  

Cuatro se encontró de repente con que Lo sabe, no lo sabe estaba haciendo una media del 6%, algo que no habían logrado en los últimos dos años con ninguna de las diferentes ideas que habían intentado suplir el vacío dejado por el programa de Pablo Motos tras su marcha a Antena 3. Muchos pensamos entonces que no podían cometer la locura de eliminar de su parrilla tan ansiado éxito para probar suerte con una oferta que no las tenía todas consigo. Y es que el tiempo extra que decidieron darle al equipo para pulir el formato solo ha servido para que el señor Vasile confirmase que no estaban ante un producto que cumpliese con el mínimo de calidad que se habían marcado como exigencia (que a saber cual era), y era mejor darle carpetazo. Si estas reflexiones se hicieran antes igual nos habrían ahorrado grandes bodrios que hasta el más tonto veía que no iban a ninguna parte. 


La palabra que mejor define a los encargados de dar luz verde a lo que echan por la tele es la de ineptitud. Solo funciona la repetición o... la originalidad, en todo caso, contrastada. Se reformulan las mismas ideas cambiando detalles nimios de los decorados o la dinámica y se  gasta un dineral en adaptar formatos extranjeros, porque resulta que si algo ha tenido seis millones de espectadores en Nueva Zelanda por lógica aplastante aquí pasará lo mismo. Todo menos pensar ideas nuevas, trabajar y machacar los guiones de las series (y cambiar el modo de grabación), y dejar que sean los propios creativos y no un señor que solo entiende de billetes (sobre todo en los programas de humor) los que juzguen si un formato está bien. 

Entiendo que es necesario recuperar la inversión, y que una cadena no puede estrenar cosas a lo loco sin tener un plan de viabilidad, pero la solución no está en seguir haciendo lo mismo (lo que creen que quiere la gente), sino en contar con profesionales de prestigio que sepan innovar y saber que es lo que puede funcionar. La gente no es tonta o, al menos, no tanto como ellos piensan. Repetir en bucle esta televisión idiotizante no es el camino. En una sociedad en crisis cada vez más crítica e inconformista, la gente se está cansando de la mierda y ahora, además, gracias a internet pueden encontrar infinidad de alternativas de ocio audiovisual bastante apetecibles. Para que algo funcione en estos tiempos en la tele tiene que ser muy interesante. O tener a Melendi.  

Archivo fotográfico ⎪  formulatv.com,  cdn.20minutos.es,  blogs.grupojoly.co

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