sábado, 24 de noviembre de 2012

The IT Crowd, la no sutileza de la comedia británica

Mencionar la expresión humor británico suele ser algo peligroso. El  amplio mundo de la comedia nace  desde sus raíces cargado de prejuicios, y comprendo que sean muchos los que tras un primer visionado no salgan muy convencidos del histrionismo nada convencional de The Office, Black Books o One foot in the grave. Tenemos la percepción de que allende el canal priman la ironía fina, sutil, elegante y, por qué no decirlo, más seca. Su humor suele estar menos basado que el norteamericano en las repeticiones de estructuras formularias y gags escatológicos que solo buscan conseguir el aplauso del mayor número de personas. Lo que no quiere decir que este, a veces, no pueda ser muy loco.

No me cabe ninguna duda de que los americanos son los mejores haciendo series. La selección de actores, la puesta en escena o los guiones evidencian que estamos ante una potente industria que lleva desde comienzos de siglo en cine y desde los años 50 en la tele produciendo ficción a un ritmo y nivel que ningún otro país logrará nunca alcanzar. Pero en lo que al contorno artístico se refiere, durante la última década Gran Bretaña ha demostrado contar con un gran talento creativo que se ha visto plasmado en algunas de las sorpresas más agradables que he podido encontrarme nunca en televisión. Las series británicas apelan mucho más a la inteligencia del espectador, ya que mientras sus guionistas no son tan buenos en el arte de narrar historias, conocen a la perfección como sacar la ironía de las situaciones cotidianas más frustrantes. 

The IT Crowd pasa bastante de la sutileza y se centra más en la farsa y en una actitud desenfadada. Una serie que se toma demasiadas licencias para mostrarnos la decadente vida del equipo de informáticos de la ficticia Industrias Reynhold, formado por tres individuos tan atípicos como dispares. Tenemos a Roy (el brillantisimo cómico Chris O'Dowd), un asocial y malhumorado asistente informático que sabe muy bien que para solucionar cualquier problema no hay mejor frase  que ¿Ha probado a apagarlo y encenderlo otra vez?; Moss (Richard Ayoade), un nerd de manual con una desconcertante manera de entender el mundo que vive con su madre y se relaciona con la gente tanto o menos que su colega y Jen (Katherine Parkson), la nueva jefa del departamento, una mujer superficial, egoísta y mentirosa que intenta que sus compañeros se impliquen un poco más con el mundo que les rodea.


El punto de partida suena a tópico, pero no lo es: Jen es contratada por la empresa para cubrir un puesto vacante en el departamento de informática porque en su curriculum afirmaba que sabia de ordenadores, cuando en realidad no tiene ni idea, algo de lo que se darán cuenta muy pronto los dos habitantes del zulo al que ha sido destinada. Y es que su emplazamiento a partir de entonces estará situado en los sótanos del edificio, en una especie de almacén desordenado,  falto de higiene y ventilación, donde se amontonan grandes cantidades de trastos y cachivaches inservibles. La actitud de estos hacia ella, además, no será tampoco demasiado afable, pues no les hará gracia ver como se introduce un elemento extraño en su pacífico microcosmos, lo que causará más de una divertida confrontación. 

Todos los capítulos se nutren de un humor absurdo y surrealista, haciendo algo que parecen sketchs, pero con una trama y unos personajes en continuidad. Los informáticos, como se le llamó en España en su emisión en Canal+, tiene de los mejores chistes sin sentido que podéis disfrutar en una comedia, atribuídos sobre todo al personaje de Moss. En cierto modo podemos encontrar los mismos gags que si estuviésemos viendo una pieza de Muchachada Nui o de los Monty Phyton, pero manteniendo siempre a los mismos personajes, con una gran economía de escenarios, veinte minutos de duración y muchas referencias culturales, geeks o al mundo de la cultura popular.  

No hay momentos serios o tiernos, ni moralinas, ni explicaciones filosóficas o sobre la condición humana. Simplemente cada personaje está tan bien construido y es tan hilarante que no puede sino deleitarte con cada ocurrencia tan sumamente estúpida y con cada secuencia tan bien trabajada para que resulte tan extraña como efectiva. Es humor del que se apega al alma, no del que te ríes al momento con varios amigos en casa, pero si de las que recuerdas al cabo de varios días cuando te empiezas a descojonar tú solo en el metro o la cola de la pescadería y todos te miran como si fueras un psicópata. 


Todas estas particularidades de la serie puede que no agraden a muchos espectadores a los que en principio les costará conectar con su humor. Y es que The It Crowd pocas veces se adhiere al realismo, siendo la actitud de algunos personajes muchas veces llevada al extremo con respecto a como actúa una persona normal, y apareciendo elementos y situaciones imposibles o muy fuertes. Es la magia de la farsa y el ingenio, de como ser creativo hasta acercarse a lo insano y acabar siendo magistral. Las interpretaciones, por supuesto, son de lo mejor. Además de los protagonistas destacan algunos secundarios de lujo como el estrafalario dueño de la empresa Denholm Reynholm (Chris Morris), su hijo Douglas (Matt Berry) y Richmond Avenal (Noel Fielding), un antiguo ejecutivo de éxito que tras aficionarse a la música gótica empezó a cambiar su aspecto y sus hábitos, siendo desterrado por la compañía a una habitación oscura contigua al almacén de los informáticos. 

The It Crowd es ya una serie de culto y un diamante imprescindible para todos los amantes del humor sin tapujos, los que busquen algo más que la historia y los chistes de siempre aderezados con un envoltorio diferente. Pronto estaréis recitando alguna de sus frases y preguntándoos como alguien ha podido idear algunas de las tramas.   

Archivo fotográfico ⎪  giggaheim.com,  elcerebrodigital.com,  nzgirl.co.nz

No hay comentarios:

Publicar un comentario