viernes, 16 de noviembre de 2012

En contra de la mayoría silenciosa

Cuando Mariano Rajoy hacía referencia a la mayoría silenciosa que no se manifestaba en las protestas sociales del pasado Octubre pero que igualmente estaba atravesando una dura situación económica, insistía en una realidad que gente como él contribuye cada día a consolidar. Es, como diría Jean Baudrillard, la destrucción de la identidad individual en favor de otra falsa, homogénea y que cada día pierde más autonomía respecto a las decisiones clave que determinarán su vida. No solo dudo que Rajoy lea a Baudrillard, sino que me resultaría muy difícil creer que ese hombre haya cogido un puto libro en su vida.


Realidad y simulacro


En su obra Cultura y simulacro, Baudrillard pone como ejemplo un célebre relato de Borges en el que la construcción del mapa a escala real de un territorio acaba cubriendo a este por completo. El filósofo y sociólogo francés afirmaba de manera tajante que en la era posmoderna el mismo territorio habría dejado de existir, eclipsado totalmente por el mapa. Los simulacros suplantan a la realidad dando lugar a la hiperrealidad. Según sus tesis, Estados Unidos ha construido un mundo más real que Real, cuya población vive centrada en la perfección, la obsesión por el paso del tiempo y la deificación del ser (sobre  esto  versaba también la película American Beauty, de Sam Mendes).

El amigo Baudrillard, al que hoy en día muchos siguen sin tomar en serio, hablaba además del concepto de mayoría silenciosa que solo existe en tanto que las masas ya no son un referente real y tangible porque no se expresan por sí mismas, sino mediante el sondeo. No es cierto que todos los que no salen a protestar contra un gobierno nefasto y rayano en lo autoritario estén a su favor. Sondeos, tests o referéndum no son mecanismos representativos, sino una mera simulación de la democracia. De ningún individuo puede decirse que representa a esta mayoría silenciosa, pues ya no hay un referente como antaño eran la masa o el pueblo. Durante mucho tiempo, parecía que la estrategia del poder consistía en mantener a las masas tan pasivas como fuese posible.

Su reflexión debatía sobre si al unir en una acción colectiva las fuerzas individuales, por si solas débiles e impotentes, lograríamos lo que hasta entonces cualquier hombre o mujer solo había soñado. El problema radicaba en que la mayoría de nuestros problemas no son aditivos, ni se pueden juntar en una causa común. La única ventaja de la lucha conjunta es saber que los demás también luchan a solas, y el mayor consejo que otros pueden darnos es como sobrevivir en nuestra soledad. Así, el abismo entre el derecho de autoafirmación y la capacidad de controlar los mecanismos colectivos que la hacen posible parece una gran contradicción.

El arte hace al ciudadano

La masa se ha instalado en un bucle que absorbe toda la energía social, pero no la crea ni la modifica. La banalidad es la moda en el consumo de ocio, y cualquier esfuerzo es rechazado. Es más, vivimos en una sociedad tan mediocre que una persona que se salga de la corriente predominante (mainstream) e intente profundizar en cualquier aspecto relacionado con el arte o la condición humana es directamente tachado de pedante o snob. No está bien visto saber de literatura, filosofía o música. Lo corrobora el director Jean Luc-Godard al afirmar que el cine de gran éxito era  menos interesante porque estaba dirigido directamente hacia el consumidor, pero sin nadie detrás de la cámara, ya que es el espectador el que sin saberlo crea su producto. Son filmes prefabricados, el que los ve está allí para hacerlos. Otros, como los del propio Godard, están solo detrás de la cámara, pero no consiguen establecer conexión con el espectador (aunque quizás sea eso lo que los convierte en un reto tan gratificante). Las que están en el término medio entre ambos modelos son para él las mejores películas.

Cada día más se crean productos artísticos desposeídos de verdad, de genialidad, de originalidad... se presentan fetiches culturales, fenómenos de fans y se simulan representaciones de la realidad, la hiperrealidad. Este movimiento ya se ponía de manifiesto con la apropiación de objetos de consumo popular que hacían Andy Warhol o Duchamp con el ready-made. Esa admiración hacia ciertas medianías y el rechazo del trabajo como algo productivo para el sujeto ha sido siempre una estratagema de la actividad política. Así el paro va en aumento, la sanidad está en déficit, las jubilaciones son un problema y nos hemos educado en una cultura en la que todos buscan ganar más dinero trabajando lo menos posible. El estado del Bienestar que las políticas socialistas anunciaban como la cumbre de la democracia ha demostrado ser inalcanzable. Fueron los propios políticos quienes crearon la mayoría silenciosa que concede su voto a la vez que tira piedras contra su propio tejado. La resistencia social progresa más rápidamente que lo social en si.

Mientras Zygmunt Bauman (referente de moda por ser uno de los primeros sociólogos que habló de globalización y, más recientemente, por su interesante modelo de cultura líquida) presentaba su trabajo Comunidad ante la prensa española, destacó como tenemos todos los instrumentos para la tele-visión y ninguno para la tele-acción. Todo es una experiencia vicaria: diariamente contemplamos como se hace el mal, como se experimenta el dolor, pero el desafío que debería hacer evolucionar nuestros sentimientos morales queda totalmente hueco. Es la metáfora de la mayoría silenciosa inmóvil, hipócrita e impasible. La gente que critica desde su sofá. Bauman asegura que colocados en la (creo que estúpida) posición de espectadores, nos servimos de las excusas más comunes para la conciencia: el yo no lo sabía y el lo que yo haga no servirá de nada. Puro engaño psicológico, pues en el fondo sabemos que lo que hacemos o dejamos de hacer sí que importa e influye, pues este es un planeta tremendamente intercomunicado. Somos responsables de lo que pasa a nuestro alrededor. Otra cosa es que queramos asimilarlo o no.



Debería afectarnos que personalidades como Bauman o Baudrillard, que hace décadas habrían sido tomados por locos, ahora estén en el punto de mira debido a nuestra necesidad de respuestas.  Volviendo a la particular manera de contar manifestantes de nuestro presidente, esta tuvo otra interesante vuelta de tuerca gracias la fantástica iniciativa que el programa satírico El intermedio realizó con Toma tu casa, con la cual se invitaba a todos los ciudadanos a seguir una ficticia protesta el domingo 14 de Octubre a las 7:00 a.m. en la que  tan solo debían permanecer en su domicilio. Que sean ellos también los que se encarguen de parodiar uno de los éxitos televisivos más bochornosos de esta temporada para buscar algo tan necesario como un verdadero líder de la izquierda en España los hace aún más merecedores de mi admiración. Estoy hablando de La Hoz.

Archivo fotográfico ⎪  famousphilosophers.org,  lyslydia.fr,  laSexta.com,  YouTube.com

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