El experimento comunista puede causar sonrojo en muchos de nosotros ahora que media la distancia y las consecuencias de su fallida gestión le resultan claras y evidentes hasta a esos que aún defienden la Cuba de Raúl Castro o la Venezuela de Maduro. Este distanciamiento resulta oportuno a la hora de acercarse a la primera temporada de The Americans, un drama que sin polemizar en exceso sobre la crisis de la Guerra Fría nos propone una historia ambientada a principios de los 80 donde la música propia de la época se entremezcla con los micrófonos ocultos, télefonos pinchados, pelucas de infiltración y agentes dobles ante los que será difícil resistirse.
Si alguno se ha quedado con ganas de su dosis de espionaje y disección de las instituciones de seguridad nacional de los EEUU ahora que el declive de Homeland parece definitivo, le recomiendo echarle un vistazo a esta propuesta. Creada por un antiguo oficial de la CIA reconvertido a profesor de instituto primero y a guionista de Falling Skies o Damages más adelante, nos hace partícipes de la vida de la pareja a la que dan vida los espléndidos Keri Russell y Matthew Rhys, dos espías soviéticos que fueron entrenados desde su juventud para infiltrarse en la sociedad americana y asestar golpes al servicio de inteligencia arriesgando a diario su propia vida.
La serie plantea de forma inteligente este hipotético directorio de células durmientes operando en suelo americano, con un argumento que mezcla muy oportunamente lo profesional con lo familiar y lo público con lo privado. Philip y Elizabeth Jennings (o Mischa y Nadezhda, como prefiráis) no se conocían cuando fueron reclutados para la misión ni saben nada sobre su pasado. Con apenas 20 años llegaron a un país totalmente hostil y se vieron obligados a construir una familia que encajase en esa sociedad y criar dos hijos que desconocen de donde proceden y a que se dedican en realidad sus progenitores, quienes no pueden evitar que desde la escuela y los medios de comunicación les llenen la cabeza de ideas antisoviéticas.
El punto que hace arrancar la trama es la llegada casual a la casa de enfrente de los protagonistas de Stan Beeman, un agente del FBI encargado de investigar la actividad rusa en suelo patrio que sin saberlo irá pisándole los talones a su nuevo colega Philip -se trata de un Hank Schrader / Walter White reloaded- mientras estrecha su cerco sobre la Rezidentura y la investigación que sus contrincantes están realizando acerca de la construcción de misiles por parte del Gobierno americano. Pero el mayor enemigo para este matrimonio no son otros que ellos mismos. Con un KGB en declive que se acerca a su inevitable destrucción, Philip empezará a darse cuenta de que Estados Unidos -más allá de su aborrecible política exterior- ha construido una sociedad de la que ser ciudadano no es una condición nada despreciable. Su lealtad será puesta en duda por su esposa y los adalides del proyecto, quebrando una unión que les llevó años y sangre fortificar.
La trama tomará contacto con la realidad del momento para producir en algunas ocasiones un ejercicio de historia-ficción en el que vemos, entre otros, la implicación de los Jennings en el disparo al presidente Reagan, y como este suceso hace que se tambalee durante un breve instante la comunidad soviética. Quizá los dos primeros episodios decepcionen a los que esperen una épica de grandes dimensiones, pero a a medida que la temporada avanza la mejoría es más que evidente. Aunque se trata de un producto inferior a otras grandes obras de culto del cable americano, es igualmente disfrutable y en unos años se convertirá en un clásico de visionado casi imprescindible.
El punto que hace arrancar la trama es la llegada casual a la casa de enfrente de los protagonistas de Stan Beeman, un agente del FBI encargado de investigar la actividad rusa en suelo patrio que sin saberlo irá pisándole los talones a su nuevo colega Philip -se trata de un Hank Schrader / Walter White reloaded- mientras estrecha su cerco sobre la Rezidentura y la investigación que sus contrincantes están realizando acerca de la construcción de misiles por parte del Gobierno americano. Pero el mayor enemigo para este matrimonio no son otros que ellos mismos. Con un KGB en declive que se acerca a su inevitable destrucción, Philip empezará a darse cuenta de que Estados Unidos -más allá de su aborrecible política exterior- ha construido una sociedad de la que ser ciudadano no es una condición nada despreciable. Su lealtad será puesta en duda por su esposa y los adalides del proyecto, quebrando una unión que les llevó años y sangre fortificar.
La trama tomará contacto con la realidad del momento para producir en algunas ocasiones un ejercicio de historia-ficción en el que vemos, entre otros, la implicación de los Jennings en el disparo al presidente Reagan, y como este suceso hace que se tambalee durante un breve instante la comunidad soviética. Quizá los dos primeros episodios decepcionen a los que esperen una épica de grandes dimensiones, pero a a medida que la temporada avanza la mejoría es más que evidente. Aunque se trata de un producto inferior a otras grandes obras de culto del cable americano, es igualmente disfrutable y en unos años se convertirá en un clásico de visionado casi imprescindible.
Buen post! Mañana comienza la segunda temporada. A ver cómo avanza la cosa ;) Aquí os dejo mi valoración de la primera ;)
ResponderEliminarhttp://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/02/sexpias-de-los-80.html
Un saludo!