Una imagen muy clara rondó durante el día de ayer mi cabeza cada vez que pensaba en La Sexta. Se asemejaba a la de ese hombre maduro, ya bien entrado en años, que en lugar de mostrar su sapiencia y mesura para guiar unos jóvenes inexpertos por el camino de la razón decide negarse a sí mismo, ignorar el hecho de que está a punto de fenecer e imbuirse en una suerte de fantasía en la que su aspecto es joven y lozano, cuando la cruda realidad es que su alma ya no sigue conectada al espíritu del momento en el que vive. El padre enrrollado, el abuelo fumado. Ese canto a la desesperación de sigo siendo el mismo, nada ha cambiado y tú y yo estamos en la misma onda. Estos aún son mis tiempos.
Los cuatro pilares de la añorada cadena de Atresmedia antes de ser de Atresmedia, cuando solo la dominaban Milikito y Globomedia -factoría industrial generadora y dueña de un formato de series de televisión puramente español- eran Se lo que hicisteis, El intermedio, Buenafuente y Salvados. Con el segundo y el último en pleno auge debido a la necesidad de un periodismo mordiente y antireaccionario que de respuesta a los acuciantes problemas generados por la penosa política de nuestro gobierno, Zapeando y En el aire -ambos estrenados ayer- llegaban con el propósito de cubir el hueco espiritual dejado por los formatos de cuya franja horaria ahora se han adueñado.
Quizás con tanto viraje hacia tertulias de taberna eclipsadas por la figura de Paco Marhuenda se han olvidado de que el show de Andreu Buenafuente, además de con su figura, contaba con un gran trabajo de escaletado, colaboradores desconocidos pero sorprendentes y una entrevista amplia que debe funcionar como la clave de cualquier late show que se precie. Y por encima de todo, un guión original y muy divertido que aprovechaba a la perfección la química que posee el presentador con el genial Berto Romero.
El propio Romero fue sin lugar a dudas lo mejor de este primer programa, el único de los colaboradores que tenía algo de gracia y se esforzó durante toda la noche por levantar un programa que pecó en varios momentos de aburrido. Jorge Ponce carece de carisma y capacidad de aportar algo fresco, aunque no me molestó tanto su presencia -agradable al fin y al cabo- como la manera que tuvo de romper esos momentos entre Andreu y Berto que siempre han constituido la mejor creación cómica que ha parido El Terrat en su larga historia
La aparición de Marc Giró o esa especie de DJ apodado Bob Pop no acabaron de remontar la jugada. Explotando la presencia de las redes sociales se podría haber incluido una vuelta de tuerca muy original a un formato algo rancio y anquilosado (pese a su empeño en demostrar lo innovador que era), pero este acabó reducido a una lectura de tuits y un intento de conexión con la audiencia que en ese momento estuviese siguiendo el evento a través de la multipantalla. Estas bromas poco trabajadas, junto con el ránking de Belén Cuesta, parecían demostrar la enorme dependencia de la red de redes que tienen los creativos de este espacio, ya que básicamente se han dedicado a plagiar y reproducir en la televisión bromas que ya están machacadas para el público de internet resultando cansinas y repetitivas.
Decepción también para el nuevo zapping de la cadena. Supongo que es un programa que no dejaré de apoyar porque su función es llevar a cabo -con mayor o menor fortuna- la misma labor que desde blogs como este desempeñamos a diario. Yo me considero como ellos un loco por la tele, un enamorado del tubo catódico, y quizá por eso Zapeando no me cautivó ni un segundo. Los mismos que eran incapaces de realizar un late como Godard manda tampoco parecían acordarse de que era la sagacidad de Ángel Martín lo que convirtió su programa en la gran revelación de la cadena, y no la simple sucesión de imágenes de lo ocurrido el día anterior en la televisión nacional.
El nuevo espacio que conduce Frank Blanco realizó autobombo y promoción en estado puro, centrando su atención en los nuevos productos de Atresmedia que casualmente son de lo mejor que podemos encontrar a día de hoy en la parrilla nacional: El tiempo entre costuras, Me Resbala, Salvados o El intermedio fueron desgranados por una serie de colaboradores que también tuvieron tiempo de satirizar el tan sonado anuncio de lotería de navidad de este año, criticar el servicio meteorológico de Televisión Española y de hablar en directo con Buenafuente sobre el estreno que iba a tener lugar en la misma cadea unas horas después (esto último, muy bien jugado).
Se echa en falta un análisis de los productos de Mediaset, así como de cadenas más pequeñas de la TDT, autonómicas y extranjeras. Ha faltado mordacidad, humor, tensión.... o cualquier cosa que despertase un poco el interés. A la estela de espacios como Sálvame o su versión masculina, Punto Pelota, el presentador se situaba de pie con el público detrás suya e iba lanzando temas y cediendo la palabra a los colaboradores, los cuales permanecieron todos juntos en plató durante la totalidad del programa opinando sobre todo lo que les preguntaban. Y si esto es algo que La Fabrica de la Tele hace de forma magistral -porque no nos engañemos, la mierda que hacen la venden con mucho oficio- en Globomedia son unos novatos, por lo que en este programa tuvimos que soportar como los tertulianos hablaban algunas veces al mismo tiempo, soltando lo primero que se les ocurría y pisando al presentador y a unos y otros. El resultado: una maraña de voces ininteligibles. Se agradecen los intentos de improvisación, pero en este caso no le han sentado nada bien. Estos además carecían de interés: considero un fallo la elección de Santi Villas, Miki Nadal, Sergi Mas y Celia Montalbán (esta es posiblemente la que mejor me cae). A Quique Peinado y Susana Guasch no los hemos visto en este primer programa, y su hueco han decidido suplirlo con la reportera Thais Villas. Es una pena, porque un buen casting podría haber salvado este bienintencionado espacio.
Bastaba con escoger a expertos en televisión y profundizar un poco en lo que decían. Podrian haber analizado las audiencias y arrojar algo de luz sobre por qué se producen tal o cual resultado, investigar programas antiguos de nuestra televisión y formatos extranjeros que no han llegado aquí (buen lugar para cantar las maravillas de gente como Stephen Colbert), debatir sobre el estado de la televisión pública o el regreso de la publicidad a TVE. O por lo menos dedicar un hueco a la ficción americana de culto, con series como Juego de Tronos, Breaking Bad o How i Met Your Mother, muy populares en nuestro país entre el target objetivo del espacio. Repetir la fórmula de Sé lo que hicisteis sería un completo error, porque el formato ya está gastado y porque aquel solo podía darse en ese contexto, muy diferente al actual, donde las dos principales cadenas generalistas poseían en antena una gran cantidad de programas de corazón en los que pseudotertulianos se gritaban unos a otros.
Que curioso que Zapeando, al igual que Alguien tenía que decirlo, esté a punto de convertirse en esa clase de televisión que Sé lo que hicisteis satirizaba. Lo que necesitamos es que alguien se estruje la cabeza, arriesgue y de con un nuevo formato que resulte tan rompedor como el que intentan emular fue en su momento a través de la diferenciación. Algo que los grandes grupos de comunicación no parecen dispuestos a hacer en un corto plazo. Lo mismo se puede aplicar En el Aire, cuyo mayor mérito ha sido venderse como algo novedoso cuando el comunicador catalán ha hecho el mismo programa de siempre pero con menor calidad y bajo otro envoltorio.
Con todas estas reticencias -y debe ser porque me estoy haciendo viejo- no considero una basura ninguna de las dos apuestas, simplemente fallidas. Sería un error apresurarse, pues los dos tienen mucho margen de mejora si saben atajar de raíz todos sus problemas estructurales. Es un primer programa y precisan rodaje, pero ambas dejan entrever que La Sexta parece estar buscando los ecos de una fórmula que funcionó a la perfección en el pasado pero que ahora suena impostada y fuera de lugar. La Sexta de ahora es otra: la de Al rojo Vivo, Equipo de investigación, La Sexta Noche y Chicote. La de la taza y el sofá o el humor chanante y low-cost de fin de semana hace tiempo que pasó a la historia. De hecho creo que solo estuvo presente en su versión más pura durante su primer año. Todos hemos cambiado mucho desde entonces. Estos ya no son sus tiempos. Ni los nuestros.
Decepción también para el nuevo zapping de la cadena. Supongo que es un programa que no dejaré de apoyar porque su función es llevar a cabo -con mayor o menor fortuna- la misma labor que desde blogs como este desempeñamos a diario. Yo me considero como ellos un loco por la tele, un enamorado del tubo catódico, y quizá por eso Zapeando no me cautivó ni un segundo. Los mismos que eran incapaces de realizar un late como Godard manda tampoco parecían acordarse de que era la sagacidad de Ángel Martín lo que convirtió su programa en la gran revelación de la cadena, y no la simple sucesión de imágenes de lo ocurrido el día anterior en la televisión nacional.
El nuevo espacio que conduce Frank Blanco realizó autobombo y promoción en estado puro, centrando su atención en los nuevos productos de Atresmedia que casualmente son de lo mejor que podemos encontrar a día de hoy en la parrilla nacional: El tiempo entre costuras, Me Resbala, Salvados o El intermedio fueron desgranados por una serie de colaboradores que también tuvieron tiempo de satirizar el tan sonado anuncio de lotería de navidad de este año, criticar el servicio meteorológico de Televisión Española y de hablar en directo con Buenafuente sobre el estreno que iba a tener lugar en la misma cadea unas horas después (esto último, muy bien jugado).
Se echa en falta un análisis de los productos de Mediaset, así como de cadenas más pequeñas de la TDT, autonómicas y extranjeras. Ha faltado mordacidad, humor, tensión.... o cualquier cosa que despertase un poco el interés. A la estela de espacios como Sálvame o su versión masculina, Punto Pelota, el presentador se situaba de pie con el público detrás suya e iba lanzando temas y cediendo la palabra a los colaboradores, los cuales permanecieron todos juntos en plató durante la totalidad del programa opinando sobre todo lo que les preguntaban. Y si esto es algo que La Fabrica de la Tele hace de forma magistral -porque no nos engañemos, la mierda que hacen la venden con mucho oficio- en Globomedia son unos novatos, por lo que en este programa tuvimos que soportar como los tertulianos hablaban algunas veces al mismo tiempo, soltando lo primero que se les ocurría y pisando al presentador y a unos y otros. El resultado: una maraña de voces ininteligibles. Se agradecen los intentos de improvisación, pero en este caso no le han sentado nada bien. Estos además carecían de interés: considero un fallo la elección de Santi Villas, Miki Nadal, Sergi Mas y Celia Montalbán (esta es posiblemente la que mejor me cae). A Quique Peinado y Susana Guasch no los hemos visto en este primer programa, y su hueco han decidido suplirlo con la reportera Thais Villas. Es una pena, porque un buen casting podría haber salvado este bienintencionado espacio.
Bastaba con escoger a expertos en televisión y profundizar un poco en lo que decían. Podrian haber analizado las audiencias y arrojar algo de luz sobre por qué se producen tal o cual resultado, investigar programas antiguos de nuestra televisión y formatos extranjeros que no han llegado aquí (buen lugar para cantar las maravillas de gente como Stephen Colbert), debatir sobre el estado de la televisión pública o el regreso de la publicidad a TVE. O por lo menos dedicar un hueco a la ficción americana de culto, con series como Juego de Tronos, Breaking Bad o How i Met Your Mother, muy populares en nuestro país entre el target objetivo del espacio. Repetir la fórmula de Sé lo que hicisteis sería un completo error, porque el formato ya está gastado y porque aquel solo podía darse en ese contexto, muy diferente al actual, donde las dos principales cadenas generalistas poseían en antena una gran cantidad de programas de corazón en los que pseudotertulianos se gritaban unos a otros.
Que curioso que Zapeando, al igual que Alguien tenía que decirlo, esté a punto de convertirse en esa clase de televisión que Sé lo que hicisteis satirizaba. Lo que necesitamos es que alguien se estruje la cabeza, arriesgue y de con un nuevo formato que resulte tan rompedor como el que intentan emular fue en su momento a través de la diferenciación. Algo que los grandes grupos de comunicación no parecen dispuestos a hacer en un corto plazo. Lo mismo se puede aplicar En el Aire, cuyo mayor mérito ha sido venderse como algo novedoso cuando el comunicador catalán ha hecho el mismo programa de siempre pero con menor calidad y bajo otro envoltorio.
Con todas estas reticencias -y debe ser porque me estoy haciendo viejo- no considero una basura ninguna de las dos apuestas, simplemente fallidas. Sería un error apresurarse, pues los dos tienen mucho margen de mejora si saben atajar de raíz todos sus problemas estructurales. Es un primer programa y precisan rodaje, pero ambas dejan entrever que La Sexta parece estar buscando los ecos de una fórmula que funcionó a la perfección en el pasado pero que ahora suena impostada y fuera de lugar. La Sexta de ahora es otra: la de Al rojo Vivo, Equipo de investigación, La Sexta Noche y Chicote. La de la taza y el sofá o el humor chanante y low-cost de fin de semana hace tiempo que pasó a la historia. De hecho creo que solo estuvo presente en su versión más pura durante su primer año. Todos hemos cambiado mucho desde entonces. Estos ya no son sus tiempos. Ni los nuestros.
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