Este año Sundance Channel nos ha sorprendido con una inusual maniobra que recuerda a la empleada por su hermana mayor AMC en 2008 y 2009 cuando empezó por primera vez a producir ficción con el lanzamiento de Mad Men y Breaking Bad. La cadena de cable ha emitido tres dramas muy diferentes entre sí que pivotan alrededor de la idea controladora de un personaje regresando a casa después de un largo periodo: Rectify, The Returned (que no deja de ser la francesa Les Revenants, y ni siquiera el prometido remake, sino la original) y Top of The Lake. De las dos primeras ya hablamos en este portal AQUÍ y AQUÍ. Con la tercera vamos ahora.
Top of The Lake es una miniserie de 7 capítulos, coproducción triple de la americana con la UKTV neozelandesa y la BBC Two británica concebida en la mente de la directora Jane Campion (El Piano). Aunque estaba previsto que el rostro principal fuese Anna Paquin, esta tuvo que renunciar por culpa de su embarazo. Y menos mal, pues no me imagino como ella hubiese podido encarnar mejor que Elisabeth Moss, (la Peggy Olson de Mad Men) a la sombría y tan beligerante con el genéro masculino Robin Griffin. La protagonista de este relato es una detective que después de un largo tiempo regresa a su pueblo natal para pasar unas vacaciones con su madre, pero que presa de las circunstancias acabará haciéndose cargo la desaparición de una niña de 12 años que recién se había quedado embarazada.
Aunque sus comienzos parecen indicar que nos encontramos ante el clásico policíaco, no tarda mucho en alejarse de esta premisa para ofrecernos una serie de historias no relacionadas entre sí pero con un nexo temático muy claro: el desarraigo de algunas personas de sus hogares, manifiesto en la agitación de esta pequeña comunidad neozelandesa tras la apertura del caso. Este nos lleva a conocer al imponente Matt Mitchmam, el padre de la niña -un crápula y rastrero asesino desprovisto de cualquier tipo de valores morales-, y al grupo de mujeres emocionalmente demacradas y en constante huida de su pasado que instalarán su campamento en la finca Paraíso, agrupadas alrededor de una especie de líder mesiánica llamada GJ (extrañamente fascinante Holly Hunter), que en ningún momento parece estar allí para ayudar a nadie a encontrar una respuesta.
Sin entrar a desgranar detalles específicos de la trama, diré que en todas las historias hablamos de un juego de espejos entre distintos personajes que se complementan, siendo especialmente reseñable la correlación entre Robin y la niña Tui. La investigadora será absorbida cada día más por el caso, oportuna excusa para afianzar su desapego necesario con las dolorosas raíces a las que intentaba regresar. Es esta una historia de recuerdos amargos, de verdades inconfesables, descubrimientos dolorosos, ritmo pausado y finales anticlimáticos. No del gusto de todo el mundo, pero altamente necesaria. Además, el hecho de ver a la secretaria de Don Draper corriendo con pantalones vaqueros por el monte para algunos pues tiene su coña.
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