Desterremos la excusa de lo pulp. Es muy fácil englobar una obra bajo esta etiqueta para intentar enmascarar sus carencias. La palabra pulp ha empezado a asociarse a producciones en las que algo falla, pero eso nos parece permisible porque tienen un cierto encanto. Bien, pues Orphan Black no es ni pulp ni un placer culpable. Dentro de la necesidad latente de ampliar nuestro radar como espectadores más allá de las fronteras británicas y norteamericanas nos llega este thriller de ciencia ficción canadiense producido por BBC America, una de las sorpresas más gratas de lo que llevamos de 2013.
Así, a la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez "¿Qué podemos esperar de un canadiense aparte de policías que usan caballo en vez de coche?" Continuum o la que hoy nos ocupa parecen aventurar que una posible respuesta puede ser las series. En este caso, la actriz Tatiana Maslany es lo que realmente importa, el motivo por el que el asunto interesa. Interpreta a Sarah Manning, una joven punk que un día ve a una chica totalmente idéntica a ella suicidarse lanzándose a un tren ¿a qué apetece saber más?
En una decisión algo inconsciente y precipitada, Sarah decidirá suplantar la personalidad de esta desconocida, descubriendo que ella era en realidad Beth Childs, agente de policía que se encontraba de baja por haber matado a una civil sin razón aparente. Pronto será patente que tanto Beth como ella no son las únicas, sino que existen hasta nueve mujeres con el mismo aspecto a las que alguien está empezando a asesinar. Vamos, que la chica se ha metido en un lío muy gordo que cada vez se pondrá peor. En su investigación encontrará a dos gemelas, la maruja Alison y la científica nerd Cosima, gracias a las que descubre que todas son clones salidas de un experimento neoevolucionista.
Aquí es donde la Maslany se luce: asombra su versatilidad para interpretar a cuatro personajes con una caracterización muy definida y totalmente opuestas entre sí. Estas aparecen continuamente juntas en pantalla, sin que los malditos chromas les jueguen nunca una mala pasada como en la infecta Ringer, ficción con un argumento similar que contaba con una Sarah Michelle Gellar en baja forma. Aquí cada una de ellas está espléndida, logrando mantener el foco siempre sobre las protagonistas sin que la tensión decaiga en ningún momento.
Orphan Black cuenta con un ritmo fluido y trepidante -que ya quisieran otras en principio más trascendentes- y una trama que se mantiene a la altura de las expectativas que generaba su potente premisa. Algo para nada pulp. Los arcos múltiples de cada una de las clones y el suspense constante que envuelve la gran conspiración sobre la que se desarrolla la historia van de menos a más y nunca llegan a aburrir. Algo a lo que contribuye que su primera temporada cuente con solo diez capítulos de menos de 45 minutos cada uno, ideales para ver en un maratón de fin de semana.
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