viernes, 20 de septiembre de 2013

Racismo y falsa irreverencia en la decepcionante Dads





Tenía unas expectativas bastante altas con la nueva serie que Fox estrenaba este martes, Dads. Y es que las mentes creativas detrás del proyecto son dos guionistas de Family Guy y la película Ted, Alec Slukin y Wellesley Wild, que además de escribir el piloto también son productores ejecutivos junto con Seth Macfarlane. Además, esperaba unos mínimos al saber que dirigía Mark Cendrowski, quien ha firmado muchos capítulos de la aceptable The Big Bang Theory a lo largo de sus seis temporadas. 

Durante la emisión en Estados Unidos la mayoría de comentarios publicados por los espectadores en twitter hacían referencia al racismo de la serie, una polémica que ya había empezado a gestarse semanas atrás al filtrarse un gag en el que una chica de rasgos asiáticos se tenía que vestir de colegiala lolita para apoyar una venta con unos inversores chinos. Y la cosa no acababa aquí, pues los chistes racistas han seguido sucediéndose a lo largo del capítulo repetidas veces. 

Pero el principal problema de Dads es que no tiene gracia, y esos 20 minutos parecen un calco de todos los errores que podíamos ver en sitcoms que nos llegaron la pasada temporada como Partners o Guys with Kids. Parece que se han empeñado en ser demasiado incorrectos y brutos, en transgredir todos los tabúes posibles a través de la verborrea recalcitrante de los personajes de Martin Mull y Peter Riegert

La serie nos cuenta la historia de dos diseñadores de videojuegos que trabajan juntos. Uno debe aguantar a su padre viviendo en casa para desgracia de su esposa. El otro al suyo de visita en la ciudad dispuesto a quedarse tras ver como ha fracasado su matrimonio y no tiene a donde ir. Ambos parecen empeñados en convertirse en una espinilla para la vida de sus hijos, dificultando su trabajo y aumentando la tensión en el hogar. La comedia, supuestamente, se genera desde este conflicto para crear una nueva familia moderna americana irreverente rompemoldes y actual. 

El ritmo de las escenas es muy lento, la dirección adolece de poca fluidez y soltura (repito que me cuesta creer que corra a cargo de Cendrowski) y las risas enlatadas aparecen continuamente a un volumen muy elevado. Si esperáis encontrar algo de la chispa de la siempre ingeniosa animación de Family Guy o American Dad, no os acerquéis por aquí. Esta es una serie totalmente prescindible.  

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