jueves, 5 de septiembre de 2013

El paro sigue bajando, las risas siguen subiendo

Captura del gráfico con la evolución del paro registrado emitido en el Telediario 1 de TVE


Televisión Española ha demostrado esta semana que lo suyo no son las matemáticas. El leve descenso que suponen 341.000 parados supone para el ente público un éxito a punto de rozar el pleno empleo. Ridícula maniobra que no suena digna ni de las personas que hicieron el copia/pega de un pésame para un accidente ferroviario, e incluso me atrevería a decir que se acerca al genio de los que emitieron un reportaje sobre un taller de como deben vestir los niños para que "no vayan por ahí provocando".

El Intermedio inició su nueva temporada más mordaz que nunca y quiso criticar esta visión demasiado optimista de la evolución del desempleo, que recordemos este mes solo descendió en 31 personas. Wyoming ironizaba argumentando que se habían equivocado, y en lugar de la curva señalada lo que buscaban era mostrar la de felicidad de Arias Cañete, aprovechando para enseñar también un gráfico que respetaba bastante más las proporciones en comunión con el publicado en la web del Ministerio de Empleo.

 



Los despidos y vuelcos en la plantilla de Radio Nacional y TVE han hecho célebre a Julio Somoano y sus técnicas de manipulación informativa. Todos los editores que hasta ahora dirigían los informativos de la casa han sido destituídos. Entre los últimos encontramos a Iñigo Herraiz, responsable de La 2 Noticias; y Gemma Soriano, directora de Repor desde 2007. Una serie de cambios con los que pretenden posicionarse “más cerca de la sociedad” y ofrecer una información “completa, objetiva y plural”. Si querían iniciar esta nueva etapa colocando de nuevo al equipo de Urdaci, se ve que no han sabido empezar muy bien. 

Programas informativos sobre la casa real, imágenes abiertamente polemizadoras en los informativos, espacios de integración social con Bertín Osborne, ceses injustificados de profesionales de intachable trayectoria o el fugaz regreso de las corridas de toros. Son demasiados ejemplos de un acto de desmantelamiento que posee una única víctima: los espectadores que tenemos que resignarnos a una programación no solo manipuladora, sino realmente aburrida, y cuyo obvio descenso de calidad se ha ido acrecentando paulatinamente desde hace dos años. Si durante ese tiempo algunos somos incapaces de mantenernos con la tele encendida más de cinco minutos en esa cadena, probablemente es hora de que algo empiece a cambiar.     

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