Ni Alaska y Vaquerizo, ni Lucía Etxebarría ni Tamara Falcó. La estrella potencial del reality show español está entre rejas. Los hechos: La Sexta emitió a principios de esta semana en el programa Al rojo Vivo y en sus informativos una serie de imágenes en las que se ve por primera vez al extesorero del Partido Popular dentro de la prisión de Soto del Real desde su encarcelamiento el pasado mes de Junio. Allí podíamos verlo rezando junto a otros reclusos y disfrutando de un estilo de vida no demasiado crudo con respecto a la imagen que nos hemos formado de una penitenciaría a través del cine y de algunas series como Oz.
El abogado de Bárcenas, Javier Gómez de Liaño, alega que la difusión de estas imágenes podría suponer una vulneración del derecho a la intimidad, pero exculpa a la cadena de toda responsabilidad señalando al ministro de interior y al secretario general de Instituciones Penitenciarias. Jorge Fernández Díaz por su parte decide echar balones fuera y sí acusa sutilmente a La Sexta, asegurando que hay intereses económicos por los que algunos medios de comunicación tienen interés en difundir las imágenes.
Con ánimo de poner un poco más de tensión sobre la mesa, hoy Instituciones Penitenciarias ha hecho público un comunicado en el que desvela que la cámara que capturó esta información de manera ilegal se encontraba dentro de una papelera envuelta en un preservativo. Al parecer, Bárcenas está realmente dolido por esta invasión de su privacidad, ya que no quería que algunos miembros de su familia lo viesen en el estado en el que se encuentra actualmente. No creo que mucho más dolido de lo que lo estamos los ciudadanos al saber que se ha pasado (presuntamente) más de una década robando a uno de los principales partidos políticos del país.
Precisamente ese contraste entre la imagen de lo que debería ser un castigo y los lujos y ventajas con los que cuenta en este paraíso vacacional -aderezado con algunos detalles que podrían dar para análisis de la hipocresía como el hecho de que el ex tesorero tenga una vocación religiosa- sería la columna vertebral de un docurreality realmente interesante y revelador que observase sin implicarse lo más mínimo la evolución de su condena. Luis Bárcenas podría ser nuestro Frank Underwood, nuestro Walter White, nuestro Tony Soprano. El perfecto antihéroe, un político totalmente hundido que intenta resurgir de sus cenizas como el ave fenix. Un espacio que, lamentablemente, es imposible que llegue nunca a ver la luz.
Yo apoyaría sin dudarlo un documental seriado que fuese capaz de mostrar esta realidad, aportando diferentes perspectivas totalmente opuestas entre si. Hablamos de lograr incluso la utópica tarea de hacernos sentir empatía por el actual enemigo número 1 de la opinión pública. Nadie es totalmente bueno ni totalmente malo, y la gente que suele ser muy exigente con los otros suele serlo muy poco consigo misma. Con esta reflexión me voy a desayunar.
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