miércoles, 13 de febrero de 2013

Nuevas series Midseason (I): Do No Harm y The Following

La midseason o temporada media es ese periodo comprendido entre Abril y Mayo en el cual se estrenan algunos pilotos que no tuvieron cabida en Septiembre. Es el momento para esas producciones que seguramente cuenten con 13 capítulos en lugar de 22. También es ideal para colocarnos esos productos de segunda fila en los que las cadenas no tenían mucha confianza, aunque muchas veces nos hemos encontrado con algunas sorpresas que de repente se convertían en lo mejor del año. Los casos de hoy son ejemplos muy claros de como  y como no se debe hacer una buena serie de intriga o misterio.

Do No Harm 


Do No harm es una actualización de la clásica historia del Dr Jekyll y Mr Hyde. Jason Cole es un reputado neurocirujano que posee trastorno de personalidad múltiple: cada día, de 8:25 de la noche a 8:25 de la mañana su cuerpo es poseído por el malvado Ian Price, por lo que los últimos cinco años ha estado tomando unas pastillas que le hacen permanecer dormido esas horas y acudiendo a un grupo de terapia en la iglesia. Pero ahora esta medicación está comenzando a fallar y no le quedará otro remedio que enfrentarse de nuevo a su problema sin tirar por la borda su pacífica vida. Por lo que se deja entrever en el piloto con algunos tintes de misterio, Ian ya destrozó su matrimonio y ahora se plantea como un peligro para su ex mujer y su hijo. 

Una idea interesante y atractiva que se pierde básicamente por lo mal hecho que está todo. Personajes nada carismáticos, giros de guión absurdos, diálogos escritos por un niño de quinto de primaria, los momentos del protagonista (casi) hablando a cámara mientras está solo o el hecho de que en una de las escenas introductorias dos personajes suelten varias parrafadas así por casualidad contextualizando la situación de ambos. Además la imagen es bastante fea, se nota que no han invertido demasiado. Otra mierda de la NBC, y ya van unas cuantas.

The Following



The Following sí que me ha gustado. Un thriller clásico de esos a los que uno se puede enganchar  reventando blogs y foros con un seguimiento semanal. Vale que hay unos cuantos topicazos o lugares comunes y no aporta nada radicalmente nuevo, pero todo lo que ofrece es lo suficientemente atractivo para que le demos el visto bueno. Sobre todo si podemos disfrutar de Kevin Bacon como protagonista. El actor de Viernes 13 se mete en la piel de un policía cesado al que le piden que regrese a su trabajo para enfrentarse por segunda vez a un asesino en serie al que ya capturó en su momento y que ahora ha escapado de prisión,  abriendo dolorosas brechas en el pasado de este chandleriano detective. Pero lo que en principio parece un caso rutinario nuevamente resuelto tras la detención del mentado psicópata pronto se revelará como una trama oscura y laberíntica que no ha hecho más que empezar y que pondrá en juego muchas vidas humanas. 

Joe Carroll (James Purefoy) era un escritor de novelas y profesor de literatura en la universidad que, fascinado por la figura de Edgar Allan Poe, asesinó a catorce mujeres siguiendo un modelo de estética gore antes de ser atrapado por el agente Ryan Hardy (Bacon). Carroll ha aprovechado estos años en prisión para tejer una especie de secta o culto religioso de sicarios que están dispuestos a continuar con sus crímenes y dar la vida por él. Su plan metafórico es escribir un nuevo libro que en el que Hardy sea el protagonista, para lo que se asegura de que su vida haya alcanzado la más absoluta de las miserias justo antes de ponerlo al frente de esta investigación a múltiples bandas cuyo desenlace seguro que nos sorprende. Si hay algo tan arriesgado como deseado en una ficción policial es que los agentes estén implicados emocionalmente en el caso. Aquí han optado por esto y en mi opinión es uno de sus mayores aciertos. 

La trama es compleja e incluye numerosas localizaciones y saltos temporales, además de sembrar preguntas y datos inconclusos que se recogerán en un futuro. La realización es costosa, y la puesta en escena o los actores impecables. 10,4 millones de espectadores en su estreno en EEUU vaticinan que este quizás sea el gran fenómeno televisivo de 2013. Una obra bestial, y el mejor estreno de la temporada a falta de ver la House of Cards de Fincher. 
   

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