La cadena ya había pensado en un principio escoger dos de los tres pilotos de drama, pero al parecer el alto nivel de todos hizo que la decisión estuviese muy reñida. En Diciembre dieron el visto bueno a Twisted, pero entonces ocurrió la tragedia de Newton que lanzó al aire la cuestión de si se puede realizar un programa de televisión sobre un asesino de dieciseis años. A ABC no parece preocuparle la posible polémica sobre un carismático y popular adolescente (Avan Jogia) con un oscuro pasado que recientemente vuelve a encontrarse con sus dos mejores amigas de la infancia, convirtiéndose en el principal sospechoso de asesinato cuando un compañero es encontrado muerto. En el reparto encontraremos también a Maddie Hason, Kilie Bunbury, Kimberly Quinn y Sam Robards, con la producción ejecutiva de su creador Adam Milch y de Gavin Polone.
Es evidente que regresamos al clásico debate absurdo sobre las armas y la educación audiovisual. Estados Unidos sigue apostando por una protección supérflua que disfraza la creciente inseguridad en la que viven. Se cancelan o posponen episodios televisivos en los que aparecen armas o violencia e intenta culparse a las industrias de entretenimiento por causar locura en los asesinos de masas. Frente a un niño que tras jugar a un videojuego bélico asesina a todo su colegio, hay más de veinte millones que se divierten de la misma manera sin convertirse en psicópatas potenciales. La ficción es un terreno que debería actuar dentro del ámbito de la metáfora, la recreación y análisis de las miserias humanas o la crítica social. Me desespero cada vez que veo a alguien interpretar una serie de manera literal, porque no nos han educado leyendo entre líneas. Que el protagonista sea un asesino no es sinónimo de nada. Con un arranque mucho menos potente se podría hacer algo mucho más subversivo de lo que nadie se daría cuenta. Es decir, menos escándalos mojjigatos y más trabajar por una ley realmente progresista y menos permisiva con las armas.
En las serie de Jennifer Lopez, por cierto, habrá una familia multiétnica que combinará hijos biológicos y adoptados que serán cuidados por dos madres. Mucho más progre, donde va a parar.
Es evidente que regresamos al clásico debate absurdo sobre las armas y la educación audiovisual. Estados Unidos sigue apostando por una protección supérflua que disfraza la creciente inseguridad en la que viven. Se cancelan o posponen episodios televisivos en los que aparecen armas o violencia e intenta culparse a las industrias de entretenimiento por causar locura en los asesinos de masas. Frente a un niño que tras jugar a un videojuego bélico asesina a todo su colegio, hay más de veinte millones que se divierten de la misma manera sin convertirse en psicópatas potenciales. La ficción es un terreno que debería actuar dentro del ámbito de la metáfora, la recreación y análisis de las miserias humanas o la crítica social. Me desespero cada vez que veo a alguien interpretar una serie de manera literal, porque no nos han educado leyendo entre líneas. Que el protagonista sea un asesino no es sinónimo de nada. Con un arranque mucho menos potente se podría hacer algo mucho más subversivo de lo que nadie se daría cuenta. Es decir, menos escándalos mojjigatos y más trabajar por una ley realmente progresista y menos permisiva con las armas.
En las serie de Jennifer Lopez, por cierto, habrá una familia multiétnica que combinará hijos biológicos y adoptados que serán cuidados por dos madres. Mucho más progre, donde va a parar.
Archivo fotográfico ⎪ abcfamily.go.com
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