Discovery Max estrenaba anoche dentro de una inusual maniobra en la televisión patria An Idiot Abroad, resultona vuelta de tuerca en clave de humor al clásico formato que podemos ver en algunas cadenas de satélite donde un guía turístico nos descubre esos destinos de ensueño masivo de los que todos hemos oído hablar y a los que debemos acudir al menos una vez en nuestra vida como especie de ritual macabro. La idea procede de la mente del cómico Ricky Gervais -cuyo ácido discurso de apertura en la gala de los Globo de Oro de 2011 levantó ampollas entre más de un académico- y de su inseparable Stephen Merchant, quienes ya fueron responsables hace una década de reinventar las convenciones del mockumentary gracias a su genial serie The Office.
Bajo la desafortunada traducción Un pringao por el mundo, Gervais y Merchant envían a su amigo Karl Pilkington a visitar las siete maravillas del mundo. El principal atractivo del programa consiste en sacar de su zona de confort a alguien con una personalidad tan neurótica e hilarante, el clásico inglés con una escasa amplitud de miras y reacio a aceptar todo lo que le parece extraño o no encaja con lo que conoce. Pilkington ya había trabajado con los dos creadores en The Ricky Gervais Show, podcast que más tarde sería adaptado por la HBO como serie de animación donde ya tuvimos la oportunidad de descubrir como funcionaban las extrañas asociaciones mentales de este adorable tipejo. Ricky lo tenía claro: quería ver sufrir a su amigo en cada lugar al que acudiese. Porque cuanto más incómoda sea la situación para el presentador mejor lo pasará el espectador.
Parece difícil que un humor como el de Gervais pueda florecer a corto plazo en nuestro país después de comprobar que este verano acaba de ver la luz en Telecinco el enésimo fracaso en forma de Matrimoniadas del posible genio del márketing José Luis Moreno. El humor casposo, la casi total ausencia de guión y una mezcla de los manidos sketches de cama generacionales y monólogos con abruptos cameos de famosos convierten a Esposados en un producto difícil de digerir. Casi da pena que un actor tan talentoso como Andoni Agirregomezkorta se vea implicado en tan nefasta creación. El verano televisivo es cada vez más sinónimo de la sequía creativa que asola desde hace varios años a un medio en el que una propuesta como la de Pilkington es un oasis dentro de este desierto que huele a podrido.
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