Canal+ siempre se ha caracterizado por sus continuas apuestas de producción propia sobre el mundo televisivo y cinematográfico. Para el recuerdo quedarán el escueto y convencional '¡Pechos fuera!' de Pepe Colubi o el reciente 'Óxido Nitroso' de Raúl Cimas. Inspirados por 'America in primetime', un excelente recorrido que realizó en 2011 la PBS a través de la historia de la ficción americana, la cadena de cable ha estrenado además 'Series sin prejuicios', reafirmación sobre el hecho de que las series USA han superado en el último cuarto de siglo el miedo a mostrar los principales tabúes de una sociedad cada vez menos condicionada por lo políticamente correcto, y prepara desde hace dos años el prometedor 'España en serie'. Este documental de cuatro capítulos se introducirá de lleno en nuestra memoria para recordarnos algunas de las imágenes que configuraron la infancia que a algunos nos tocó vivir, todo ello de la mano de sus principales implicados.
Daniel Écija, Albert Espinosa, Pau Freixas, Fernando Tejero, Imanol Arias, José Sancho o Jorge Sánchez Cabezudo contarán a cámara sus experiencias en este titánico trabajo de recopilación de imágenes de archivo de un país que ha logrado construir una potente y sólida industria, con creaciones originales que se han convertido en grandes éxitos de audiencia mientras eran exportadas a más de una veintena de países. El making of estrenado esta semana nos ofrecía un excepcional adelanto del resultado que veremos antes de final de año.
Podemos y debemos ser críticos con demasiados aspectos de la ficción española. Pero al mismo tiempo que le reprochamos su posición de inferioridad con respecto a las prestigiosas producciones que están triunfando en todo el planeta procedentes de países como Gran Bretaña, Francia o Dinamarca dentro del boom europeo del que estamos siendo testigos, sí merecen nuestra admiración como hecho de estudio antropológico. Si de algo han servido las series españolas, y así lo señalaban varios de los entrevistados en el making of, es como termómetro social de la época en que fueron concebidas: la configuración de la familia, el rol de la mujer, la adolescencia, nuestro peculiar y adorado costumbrismo, o las maneras de entender el sexo y las relaciones están reflejadas en todas estas criaturas que ya son parte viva de nuestra historia.
Desde 'Los Gozos y las sombras' a 'Marcelino Pan y vino', pasando por 'Médico de familia' o 'Turno de oficio'. Todas definen una España tan picaresca como voluptuosa, desde los complejos años del franquismo hasta bien entrada la democracia. Quizá la comedia inherente a obras como El Quijote o El Buscón sea responsable del tono de sainete bobalicón que ha dominado siempre nuestra televisión. Las series españolas han evolucionado tanto como la sociedad, pero a pesar del evidente aperturismo del que gozamos creadores y espectadores gracias a la red, las diferencias históricas son responsables de que sigamos lejos lejos de emular a un mercado tan rayano en la excelencia como el americano. Imperium nunca será Roma del mismo modo que Eva Hache no es Jimmy Kimmel. Pero son intentos, y si nos cerramos a ellos ahora entonces cualquier evolución futura será imposible.
Nosotros mismos nos hemos encargado de surtir de obstáculos a esta carrera de fondo. Farmacia de Guardia podría haber sido nuestra I Love Lucy: esa sitcom blanca, formularia y familiar con tintes algo casposos que podría servir como trampolín para que dos décadas después llegaran propuestas más exigentes y arriesgadas. Globomedia parecía empeñada en seguir la máxima que la convertiría en la gallina de los huevos de oro de la producción televisiva: más minutos en pantalla es otro corte publicitario, y por lo tanto papeles verdes para su bolsillo. Así Médico de Familia inauguró el prototipo de serie coral de desorbitada duración dirigida a un espectro de público que incluía desde el abuelo hasta los pequeños de la casa, formula que reprodujo a la perfección Los Serrano y que se acabó expandiendo como una pandemia al resto de la parrilla.
¿La solución? Desde luego no es fácil, pero si algo falta en las propuestas que ven la luz es riesgo. Era Vigalondo quién realizaba una aguda reflexión en Series sin prejuicios: mientras en Estados Unidos existen varios cómicos que han ironizado sobre la catástrofe del 11-S, todavía no ha aparecido el primer monologuista español que haya hecho un chiste en relación al 11-M (si no incluimos en el cómputo a Pedro J. Ramírez). Quizás todo es más fácil de lo que parece. Quizás solo se reduce a eso. A que alguien lo intente.
Yo prefiero pensar, aunque algunos me tachen de optimista inconsciente, que las series españolas tienen mucho futuro, y que este es prometedor. De momento espero impaciente el estreno de 'España en serie' para que alguien me recuerde todo lo que hemos hecho hasta ahora, y lo que podemos hacer si nos ponemos a ello.
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