Dentro del actual contexto de crisis del sector publicitario, las estadísticas revelaban el pasado año que la televisión de pago fue la única que creció en 2011. Estos datos se deben al consumo por internet y la TDT de pago, inaugurada en 2009. Unas cifras que no tienen porque resultar necesariamente alentadoras si atendemos al déficit prolongado de un sector que parece haberse estancado viendo crecer la hierba mientras espera un clima de bonanza que nunca llega. Gran parte de los espectadores continúan reticentes a sumarse a este servicio tras conocer las numerosas desventajas que ofrecen las distintas alternativas a su disposición. Por otro lado, diversos factores parecen apuntar a que el pay per view y el vídeo bajo demanda son las opciones de futuro pese al acentuado descenso que han experimentado también en tiempos recientes.
Financiación y plan de negocio
La primera pregunta que me hice a la hora de empezar a investigar sobre los mecanismos de este negocio fue ¿cómo se financia la televisión de pago? Ese conjunto de canales que ofrece una serie de contenidos targetizados y alternativos (en muchos casos bastante más dignos) que nunca nos aportará la televisión generalista. No hay que olvidar que también obtienen una proporción nada desdeñable a través la inversión publicitaria, pero la base de su explotación está en los acuerdos entre cadena y operador. Es un sistema degresivo o inverso -propuesto por el editor del canal y negociado con la plataforma- según el cual el operador paga una cantidad por número de abonado que resultará menor cuantos más abonados posean.
Problemas para el cliente ¿por qué no consumimos?
En 2012 la televisión de pago ha sabido hacer frente a la crisis sin que por ello podamos considerarla como una alternativa en expansión. Son mayoría los ciudadanos que rechazan la TDT de pago porque la oferta gratuíta les parece suficiente o por encontrarla muy cara. A GolTV, el proyecto que inició Jaume Roures para rentabilizar sus costosos derechos deportivos, ya no la va a salvar ni la caridad desde que perdió la emisión de la Liga frente a sus competidores. Es decir, que aunque esta modalidad televisiva no haya sufrido los efectos de la crisis tal y como lo han hecho otras ramas del sector, es latente el rechazo que todavía existe hacia ella.
En España el sistema está liberalizado: cualquier empresa puede tender una red de cable o alquilar un espacio en el satélite, lo que evita una posible situación de monopolio. Digital+ es el principal operador con más de dos millones de abonados. Le siguen Ono e Imagenio, además de teleoperadores regionales como Euskaltel, Telecable o R en Galicia, con una buena implantación dentro de sus fronteras. El principal inconveniente que señalan los usuario es el hecho de tener que pagar por el paquete completo de canales cuando realmente solo uno o dos resultan interesantes, la falta de novedades e irritantes repeticiones de su programación y el alto precio de la suscripción (que ronda los 30 euros).
Este elevado coste, junto al hecho de que España sea uno de los países europeos donde menos asentada está la televisión de pago, llevó a Starmax HD a intentar establecer aquí hace dos años la televisión mediante prepago. Se acabó el pagar cifras desorbitadas por cantidades industriales de programas que no vamos a consumir. El usuario no tiene que firmar ningún contrato de permanencia, solo comprar tarjetas prepago de de entre diez y 14 euros gracias a las que puede disfrutar del servicio entre 2 y 12 meses. Tiene una desventaja: el gasto entre la antena, la instalación y el descodificador no va incluído.
¿Es el prepago el futuro? Sinceramente, no lo sé. Lo que sí puedo asegurar es que la constricción de canales tras la expansión ocurrida a finales de la pasada década es la realidad más inmediata. El espectador cada vez es más selectivo, quiere galerías en las que poder organizar su propia parrilla. Cosas como Starmax no han recorrido un camino tan fructuoso como para asentarse, pero todo hace pensar que serán sustituídos por otros más eficientes y mejores. Pagar por contenidos, sí. Que estos contenidos sean única y exclusivamente los que queremos ver y en el momento en que lo deseamos, también.
Archivo fotográfico ⎪ 7.mshcdn.com, humanrights.gov.au, YouTube.com
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