Hoy quiero hablaros de un concepto que ha ido ganando en importancia e intensidad en mi vida a lo largo de las últimas semanas: el concepto de Petarlo. No hay unanimidad entre los académicos que poblamos este mundo de eruditos que es twitter y los blogs de crítica cultural sobre los límites exactos que cercan este acto misterioso y ritual ¿Qué es exactamente Petarlo? Muchos creen que están Petándolo cuando salen en manada por las noches a desfasar en locales llenos de humo, ruido y música con la única intención (a veces subconsciente) de ligar. Otros podemos disfrutar de idénticas o superiores emociones viendo cada cambio de plano en una película de Carpenter o con un episodio de la joya televisiva británica Prime Suspect. Este tema puede ser motivo de una discusión infinita que daría para su propio artículo, pues yo considero -aunque todavía no he encontrado a nadie que respalde mi opinión- que tomarme un colacao con galletitas antes de irme a dormir también es Petarlo.
Hood lo peta. Banshee lo peta. Tú lo petas.
En los años 70 eran habituales las series y películas protagonizadas por dos colegas como Starksy y Hutch que lo Petaban de una manera que nosotros nunca podríamos emular en nuestra vida. Es un fenómeno que se ha materializado en nuestros días en la figura icónica de las pelis de Bruce Willis, referente por antonomasia de este modelo: el héroe carismático que salva al mundo escapando de las explosiones sin volver la vista atrás, sobreviviendo a tiroteos multitudinarios mientras le da tiempo a encenderse un cigarrillo y soltar una frase ingeniosa antes de que todo a su alrededor vuele por los aires. Seamos sinceros, amamos al héroe de acción porque nadie lo peta más que él. Así mismo, Banshee -la primera apuesta de ficción para este 2013 del canal Cinemax- funciona porque amamos al ex convicto que asume la identidad del sheriff Lucas Hood. Lo amamos porque rompe los incómodos grilletes de la ley para hacer verdadera justicia. Porque a pesar de su temeraria actitud sabemos que siempre va a salir airoso de cualquier situación. Porque tanto le da follarse a una adolescente amish, a la viuda de un hombre al que él mismo ejecutó o a su antigua novia y compañera de fechorías que ha intentado rehacer su vida con un marido y dos hijos.
Hood es capaz de llegar a un tranquilo pueblo de Pennsylvnia, poner en peligro decenas de vidas, incluyendo la de su hija y la mujer que ama, y aún así hacer creer al espectador que tiene buen corazón y que se preocupa por los suyos. Porque Hood mola, y puede permitírselo. Banshee es una serie en la que el protagonista lo peta tanto y de manera tan constante que mientras la ves parece que tú también lo estés petando. En alguna ocasión he llegado a terminar un capítulo con tal inyección de autoestima que me he levantado, abierto la ventana y gritado al exterior: ¡Esta noche follo!, para después de diez minutos relajarme y volver a mi rutina habitual. En la que no hay disparos, persecuciones en moto ni un hacker con escasez de testosterona entra
ndo en la red del gobierno para darme una nueva identidad.
ndo en la red del gobierno para darme una nueva identidad.
Es cierto que todo lo que podemos encontrar en ella reviste un cierto aire a tópico, a cliché extraído del enésimo remake de Fast and Furious, lo que puede llevar a que muchos la cataloguen como una serie menor, un producto de entretenimiento superfluo no apto para "mentes selectas" como las que leen este portal. Sería un craso error. Este es el estreno que más he disfrutado en los últimos dos meses. Diez capítulos merendados en menos de una semana, emocionándome mientras pasaba uno detrás de otro. Podíamos esgrimir cien mil sesudos comentarios sobre entelequia literaria y audiovisual para demostrar por que hay cien mil historias mejores que esta, pero lo cierto es que ninguna compleja trama sobre las cloacas sociopolíticas del mundo moderno me ha enganchado tanto como esto. Iniciar una trama que parte de una premisa tan conservadora y conseguir que en ningún momento decaiga o suene a rancia ni aburrida, sino que consiga aumentar de forma exponencial nuestro interés con el paso de los capítulos es un mérito que muy pocos pueden lograr.
Un aliciente para acercarse a ella era que entre sus productores ejecutivos se encontraba Alan Ball, responsable de True Blood y A dos metros Bajo Tierra. Obvio decir que se encuentra más cerca de la primera que de la desazón existencial de la famila Fisher. Banshee también es una criatura autoconsciente que busca el entretenimiento a toda costa por encima de la coherencia o la profundidad, basada en un guión y una estructura repasados y apuntalados hasta la saciedad en las que no sobra ni un minuto, y que no se corta a la hora de mostrar violencia descarnada y sexo (fue ofrecida en primera instancia a la HBO, siendo relegada a una cadena más pequeña después de que la rechazaran). Podemos decir que es una serie con la que no hay que pensar (porque para ver The Americans y Mad Men hay que tener una tesis en física cuántica) pero su inicio ya indica que no estamos ante algo típico: mediante una secuencia musical de una economía narrativa deslumbrante se nos muestra el recorrido de nuestro protagonista desde su salida de prisión hasta su lllegada al pueblecito de Banshee, donde descubrirá que su amante Ana se oculta bajo el nombre de Carrie Hopewell. Casualidades de la vida, esa noche presencia como dos rateros de poca monta se matan en un enfrentamiento con el recién llegado sheriff Lucas Hood en una taberna, ocasionando que, después de ayudar al dueño del lugar a enterrar todos los cadáveres, decida hacerse pasar por el máximo representante de la ley en la localidad ante todos sus habitantes, para sorpresa y sonrojo de su compañera.
Por la cara. Ya tenemos una situación difícil de creer pero tan divertida que nos dan ganas de ahorcar al primero que nos quiera reventar el plan diciendo que no es verosímil. Decir que la forma de actuar del nuevo comisario será poco ortodoxa es quedarse corto. Hood tiene sus propios planes que al final siempre acaban funcionando por los pelos, y que en ningún caso tienen que ver con la mesura o el manual del agente ejemplar, y sí con el badassismo y la frase ingeniosa a la que ya aludíamos hablando del cine de Bruce Willis: si un boxeador ha sido acusado de violación y maltrato, la solución es pegarse a ostia limpia con él delante de todo el mundo. Si dos secuestradores han tomado varios rehenes en un colegio lo que tienes que hacer es entrar desarmado y cargártelos como quien no quiere la cosa. Es así todo el rato.
Por supuesto, toda historia de Petarlo que se precie no sería nada sin un villano igual o más carismático que el héroe. En esta ocasión lo tenemos por partida doble: deslumbrante es Kai Proctor, un influyente amish que se ha erigido como una especie de Al Capone en Banshee. El clásico tipo que todo el mundo sabe que es responsable de cualquier negocio turbio que se organice en las fronteras de la localidad, pero del que nadie tiene pruebas para mandarlo a chirona. No menos temible es Rabbit, el gangster ucraniano al que Hood y Ana traicionaron y que dedicará todas sus fuerzas a averiguar el paradero de ambos para armar una buena gresca e intentar cargárselos en los dos apasionantes últimos capítulos de la temporada.
Pocas series podemos encontrar ahora mismo que recreen las escenas de lucha y sexo (en ocasiones cuesta distinguirlas entre tanto baño de adrenalina) con tanto mimo y crudeza. Tetas, disparos y explosiones, elementos inexcusables en todo cóctel de Petarlo. Ivana Milicevich y Lilli Simons son un motivo perfectamente válido para ver la serie (de hecho es complicado encontrar comidas de coño tan bien filmadas como la que disfruta la primera en el piloto), del mismo modo que lo es la naturalista batalla que podemos ver al final del tercer episodio, o las variadas formas de morir de cada uno de los criminales de medio pelo al que se tiene que enfrentar este Jack Bauer del noroeste.
Y si esta atípica propuesta os deja con ganas de más, será el momento de ponerse el sombrero texano y Petarlo de verdad con Justified. Lo siento, Chuck Norris. Lo siento, Vin Diesel. Es hora de que las nuevas generaciones tomen el relevo.
Archivo fotográfico ⎪ therogersrevue.files.wordpress.com, images.movieplayer.it
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